EDITORIAL
¡No toquen el Seguro Social!
Una fraudulenta y peligrosa colaboración entre los dos partidos
capitalistas en los EE.UU. ha puesto al Seguro Social en situación de
riesgo. La excusa para atacar el Seguro Social es la falsa crisis sobre el
límite de la deuda federal.
El límite de la deuda podría ser resuelto en un instante por un
acuerdo entre republicanos y demócratas para elevar este límite
arbitrario. No resolvería la crisis real del capitalismo que ha producido
un alto y prolongado desempleo además del sufrimiento de tantos millones
de personas, sino que pondría fin a la falsa crisis que permite a la clase
dominante atacar todos los programas sociales.
Nadie puede sorprenderse de que el liderazgo republicano se haya centrado en el
Seguro Social. Ronald Reagan habló en su contra, y George W. Bush
trató de realizar audiencias para privatizarlo. Pero incluso las bases
republicanas querían mantener los beneficios para sus padres y para ellas
mismas.
Ahora, uniéndose a los republicanos de extrema derecha, el presidente
Barack Obama ha ofrecido poner el Seguro Social en la mesa de
“compromisos” con los republicanos, junto al Medicare y al
Medicaid.
La clase potentada ha estado atacando al Seguro Social desde que la lucha de
los/as trabajadores/as lo logró hace 76 años durante la Gran
Depresión y el Nuevo Trato. Es el programa más amplio y popular de
beneficios sociales en los Estados Unidos, junto al Medicare. Fuera de
algunos/as trabajadores/as del gobierno federal y del ferrocarril, casi todas
las personas activas en la economía de los EE.UU. terminan recibiendo
beneficios de Seguro Social.
En la actualidad, 55 millones de personas reciben pagos mensuales. La
mayoría de estas personas depende de ese cheque como parte o como la
totalidad de sus ingresos por jubilación o por incapacidad. Al igual que
sus hijos/as u otros familiares, que de otra manera se verían forzados a
tomar decisiones desagradables. Su aplicación casi universal ha hecho del
Seguro Social algo popular hasta ahora intocable. Sus enemigos no han podido
dividir a los/as trabajadores/as utilizando la edad, la raza o el sexo cuando
se trata de la defensa del propio programa.
Eso no quiere decir que el Seguro Social es perfectamente equitativo o
igualitario o que no se puede mejorar. Pero casi todo el mundo quiere
quedárselo, y mucha gente no podría sobrevivir sin esa ayuda.
La clase obrera y sus organizaciones deben dejar claro que cualquier entrega de
los beneficios del Seguro Social — o de cualquiera de estos programas que
son esenciales para la clase obrera — es inaceptable y se luchará
con uñas y dientes. Todo lo que reduzca los beneficios o elimine la
cobertura de las personas o que diferencie entre los que actualmente reciben
beneficios de Seguro Social y los/as trabajadores/as más jóvenes,
sólo puede perjudicar al programa y llegar a debilitar su apoyo.
La clase obrera, que incluye a los/as desempleados/as, a los/as pobres y a los
sectores oprimidos de la población, tanto jóvenes como viejos, debe
dejar muy claro tanto a Republicanos como Demócratas: “¡No
toquen el Seguro Social, ni el Medicare, ni el Medicaid!
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