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Sacudidas financieras señalan crisis capitalista más profunda

Trabajadores/as deben organizarse para luchar por trabajos

El descenso de categoría del crédito del gobierno estadounidense y los giros en la bolsa de valores auguran más recortes presupuestarios, otra caída económica y más desempleo y sufrimiento, a menos que haya una resistencia masiva.

Ahora es el momento de luchar por trabajos, de detener los despidos y las ejecuciones hipotecarias, de defender el Seguro Social y otros derechos sociales bajo ataque y de rechazar los intentos de los patronos por descargar la profundización de la crisis del sistema de ganancias sobre las espaldas de los/as trabajadores/as.

La degradación de los bonos del Tesoro de AAA a AA + por la agencia de crédito Standard & Poor fue un mensaje de una sección de los banqueros y tenedores de bonos diciendo que quieren profundos recortes en el Seguro Social, Medicare y Medicaid.

La descalificación tenía muy poco que ver con la solvencia inmediata del gobierno estadounidense. Se trataba de recortes presupuestarios. Fue un mensaje a los partidos políticos de que Wall Street no está satisfecho con el acuerdo del techo de la deuda que prometió sólo 2,1 billones (millón de millones) de dólares en recortes y en su opinión, era muy débil respecto a los recortes de las ayudas sociales. El mensaje era principalmente para el Partido Demócrata, pero tal vez también para el Partido del Té por ser tan rígido tácticamente, que no pudo aprovechar las concesiones de Obama sobre los derechos sociales.

S&P descalifica todo sobre recortes de ayudas sociales

Todas las agencias de calificación dependen del pago de sus servicios por los bancos. La agencia de calificación S&P anunció hace meses que quería el recorte de al menos 4 billones de dólares en el déficit, y que los recortes en los derechos sociales eran la clave para lograr ese objetivo. El portavoz republicano de la Cámara de Representantes John Boehner y el presidente Barack Obama precisamente estaban trabajando en ese acuerdo que fue impedido por la ultra derecha y el Partido de Té.

S&P dejó eso claro. En su declaración explicando su acción al gobierno, escribió que el descenso de categoría fue debido a su “pesimismo” sobre la perspectiva de reducciones más profundas.

Dijeron que bajaban la calificación de la deuda de los EE.UU. a largo plazo porque creen que la “prolongada controversia sobre la ampliación del límite legal de la deuda” indica que “el avance a corto plazo sobre la contención del crecimiento del gasto público, especialmente sobre las ayudas sociales”, será polémico. Dijo que lo que el Congreso y la administración acordaron “no llega a la cantidad que creemos que es necesaria” para lograr estabilidad financiera en la próxima década.

Más explícitamente, se quejaban de que “el plan prevé sólo cambios de política menor en Medicare y pocos cambios en otros derechos sociales”, cuya “contención” consideran “clave para la sostenibilidad fiscal a largo plazo”.

Subrayando que el descenso de categoría fue un ataque político contra los derechos sociales, la declaración decía que “consideramos que los atributos del crédito monetario del gobierno federal ... , que constituyen la base para la clasificación de la deuda soberana, quedan sin cambios sustanciales”.

En otras palabras, los financieros detrás de S&P están preocupados porque si el gobierno sigue financiando las necesidades del pueblo, puede que no haya suficiente dinero en el futuro para pagar los intereses a los millonarios y multimillonarios banqueros y tenedores de bonos.

Lucha del techo de la deuda — guerra política del ala derecha

La crisis del techo de la deuda era puramente de naturaleza política. Las fuerzas ultraconservadoras del Partido del Té y las fuerzas conservadores de derecha más tradicionales del Partido Republicano han conformado un bloque que libra una guerra política tratando de reducir, si no destruir, el Seguro Social, el Medicare y el Medicaid, y para socavar al presidente Obama. Como en cualquier guerra, la derecha se apoderó de un punto de ventaja, el requisito legislativo de que el Congreso tiene que aprobar el techo de la deuda del gobierno. Mantuvieron los derechos sociales como rehenes, amenazando con obligar al gobierno al incumplimiento del pago hasta la hora cerca del límite.

El descenso de categoría por Standard & Poor fue un acto de pura venganza porque el acuerdo sobre el techo de la deuda no cortó lo suficientemente profundo. S&P incluyó una amenaza de degradación futura si los políticos no cortan más.

Caída de bolsa de valores y miedo a “doble descenso”

La caída subsiguiente del mercado de valores, aunque afectada por la baja de categoría, fue fundamentalmente una reacción a la amenaza de un “doble descenso” o una nueva recesión en la economía capitalista.

El crecimiento desacelerado de la economía estadounidense — una tasa de crecimiento de sólo 0,8 por ciento en el primer semestre de este año, significa que el desempleo ha aumentado, a pesar de las estadísticas oficiales del Gobierno que declaran que el desempleo disminuyó en el mes de julio de 9,2 por ciento a 9,1 por ciento.

Todo el mundo sabe que esto es una subestimación enorme del desempleo real. Hay por lo menos 30 millones de trabajadores/as desempleados/as, sub-empleados/as o que se han salido totalmente de la fuerza laboral.

El recorte del presupuesto del gobierno para los gastos de servicios, ayudas sociales, proyectos públicos y otros, sólo promete agravar la crisis económica en los EE.UU.

En Europa, el mismo proceso está cobrando impulso. Grecia, Portugal e Irlanda ya han sido rescatadas por el Banco Central Europeo y el FMI. Ahora Italia y España, economías mucho más grandes, están en crisis. Los 90 bancos más grandes de Europa mantienen 425 mil millones de dólares sólo en bonos del gobierno italiano. Bancos estadounidenses tienen 14,3 mil millones de dólares.

Los banqueros de Europa exigen recortes presupuestarios gigantescos de los países endeudados como precio del rescate. Esto arrastrará aún más las ya desaceleradas economías de Europa.

Rescate de bancos, austeridad agrava crisis económica

Los capitalistas y sus políticos están en una contradicción que no tiene ninguna salida. Debido a la crisis económica se han reducido los ingresos del gobierno y el pago de los intereses a los banqueros peligra. Los gobiernos están interviniendo para garantizar los pagos a los banqueros.

Pero para garantizar los intereses de los banqueros, los gobiernos tienen que cortar sus gastos. El recorte de gastos para el pueblo significa que los/as trabajadores/as tienen menos dinero en sus bolsillos y esto profundiza la crisis económica.

Para garantizar su botín a los bancos, la crisis económica debe agravarse mediante medidas de austeridad. Eso es lo que estaba detrás de la lucha del techo de la deuda. Eso es lo que está detrás de la crisis de deuda europea. La única manera de salir de este círculo vicioso es luchar contra los bancos y tenedores de bonos y anteponer los puestos de trabajo y los intereses de los/as trabajadores/as.

Los nuevos despidos que pueden venir a raíz de una nueva crisis capitalista podrían traer un colapso. Una crisis financiera en Europa que se extienda a los Estados Unidos podría desencadenar una crisis mundial. Todos estos cálculos fueron parte de la salvaje venta de acciones en las bolsas de valores.

De estancamiento capitalista a recesión

La clase trabajadora debe tomar estas señales de advertencia seriamente.

Durante los últimos dos años de la llamada “recuperación”, el sistema capitalista ha permanecido en un estado de estancamiento. Se ha sostenido por los rescates gubernamentales masivos de los bancos y por los gastos del gobierno en general. Esa es la base de la crisis de la deuda, no sólo en Estados Unidos sino en Europa y Japón. Si bien no hubo mayor recesión, la economía capitalista solo pudo crecer a velocidad de caracol. Mientras las corporaciones han ido acumulando ganancias, no se hizo mella en el desempleo masivo.

Ahora el sistema de ganancias está en peligro de ir del estancamiento, hacia una recesión. Los patronos/as han invertido en alta tecnología eliminadora de trabajos. Han acelerado el ritmo del trabajo, obligando a laborar cada segundo que se esté en el puesto de trabajo, han cortado sus horas — haciéndoles trabajar a tiempo parcial o como trabajadores/as temporeros/as. La producción sube, pero con menos trabajadores/as.

Ahora la economía se está acercando al mismo nivel del producto interno bruto que había antes de la crisis, pero con 10 millones menos de trabajadores/as. Esto significa que menos trabajadores/as están produciendo más productos y servicios en menor tiempo por sueldos cada vez más bajos. Todo eso para aumentar las ganancias. El sistema de ganancias en sí está en crisis. Y a los/as trabajadores/as se les está pidiendo sufrir. No hay forma de salir de esta contradicción basada en el sistema capitalista de ganancias.

Pedir a los capitalistas crear empleos cuando no necesitan más trabajadores/as, es una ilusión. La única manera de crear puestos de trabajo ahora es que el gobierno lance un programa masivo de empleos. Lo cual es exactamente lo que el gobierno rehúsa hacer, debido a la obsesión del establecimiento capitalista por recortar gastos y déficits.

Necesidad de una lucha masiva por empleos

Los comentaristas capitalistas de todo tipo están horrorizados ante la perspectiva de una nueva crisis que surge en una situación donde ya existe un desempleo masivo de larga duración. La demanda por un programa de empleos está empezando a cobrar ímpetu aún de voces burguesas — desde el comentarista Paul Krugman en el NY Times hasta Chris Matthews, el anfitrión del programa de noticias de MSNBC, y muchos más.

El presidente Obama ha estado virtualmente callado sobre un programa real de empleos que pueda comenzar a poner a trabajar a millones de trabajadores/as. Y ahora hay la amenaza de una mayor crisis de desempleo.

El liderazgo del AFL-CIO está empezando a moverse sobre esta cuestión y ha convocado manifestaciones alrededor del país a comienzos de octubre. Otras fuerzas están uniéndose al llamado.

Éste es un paso positivo, aunque retrasado. Sin embargo, la clase trabajadora, la comunidad, los/as estudiantes y todos/as los/as que necesiten empleos y estén afectados/as por el desempleo, directa o indirectamente, necesitan montar un movimiento militante para luchar contra esta crisis económica.

El mensaje de lucha debe ser llevado a los sitios de empleo, centros comunitarios, viviendas públicas, iglesias y en las esquinas de las calles en los barrios de la clase trabajadora, entre todas razas y nacionalidades, para construir un movimiento de lucha. Las alcaldías, los gobiernos estatales y el federal, así como también las corporaciones, deben sentir la presión y la cólera del pueblo.

Los capitalistas están sentados sobre millones de millones de dólares en moneda efectiva. Pero no abren puestos de trabajo, están bajando los sueldos y se están preparando para despedir más trabajadores/as si la desaceleración económica se convierte en contracción a gran escala. Los bancos están recibiendo cientos de miles de millones de dólares en pagos de intereses del gobierno a todos los niveles. El Pentágono y las corporaciones militares están recibiendo billones de dólares para pagar por tres guerras.

Esos fondos deberían ser usados para pagar programas de empleos y necesidades sociales, no para enriquecer más a los que ya son súper-ricos.

Los/as luchadores/as socialistas, militantes sindicalistas, activistas comunitarios/as, organizadores/as progresistas y radicales deben unirse como una cuestión de urgencia, para construir un movimiento nacional de lucha para combatir la crisis.

En los años 30 los Consejos de Desempleo organizaron a trabajadores/as e inquilinos/as bajo la consigna ¡”No mueran de hambre, luchen”! Tenían un programa para empleos e ingresos. El movimiento actual necesita una perspectiva semejante de lucha y la decisión de organizar a nivel comunitario para luchar.

Es necesario que el movimiento gane victorias al nivel que sea posible. El programa puede incluir la lucha por empleos, sobre todo en medio de la peor crisis capitalista desde los años 30. Pero también puede incluir la defensa de los sindicatos, la negociación colectiva y los derechos de los/as trabajadores/as indocumentados/as; puede luchar por la alimentación, por cupones de alimento y viviendas; puede oponerse a las ejecuciones hipotecarias y desalojos, a los recortes presupuestarios y a los cierres de escuelas. En otras palabras, puede defender los intereses de los/as trabajadores/as y oprimidos/as dondequiera que estén bajo ataque.


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