La historia de dos ejércitos
Por John Catalinotto
A pesar de las armas de alta tecnología y la potencia militar sin rival
del Pentágono, los militares estadounidenses se encuentran empantanados
por las deficiencias evidentes enraizadas en el sistema capitalista que
defienden. Los combatientes de la resistencia, con mucho menos poder militar,
han demostrado la capacidad de innovar y adaptar sus tácticas a lo que sea
necesario en su guerra para liberar a Afganistán.
Las dificultades del Pentágono en crear un programa especial para llevar a
cabo intervenciones coloniales en Afganistán y Pakistán han puesto de
manifiesto su debilidad.
Antes de que el general Stanley McChrystal se hiciera cargo de la
ocupación de Afganistán el año pasado, había presidido un
grupo especial del Estado Mayor Conjunto que inventó el “Programa de
Especialistas en Afganistán-Pakistán”. En noviembre, el
Pentágono anunció el programa diciendo que iba a crear tres unidades
de 304 personas cada una, 912 en total, para formar el nuevo cuerpo.
La principal innovación del programa es que en lugar de la habitual
rotación de un año en la región, los oficiales que se ofrecen
voluntarios o son asignados, deberán pasar de tres a cinco años de
servicio allí. Comenzarían con cursos de capacitación por 16
semanas en urdu, pashto o en dari, los tres principales idiomas de la
región, y se convertirían en expertos en la historia y la cultura de
los pueblos que allí viven.
La orden era que el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la
Infantería de Marina nombrarían a un número proporcional de sus
“mejores personas” a este programa. Este personal participaría
como capacitadores, planificadores militares y asesores de los ministerios
afganos. En otras palabras, serían la columna vertebral de la
ocupación colonial de esos países y sus pueblos.
En teoría, este tipo de fuerza podría convertirse en arma contra
cualquier resistencia o movimiento de liberación. Pero hasta ahora, las
Fuerzas Armadas sólo cuentan con 172 oficiales dispuestos a asumir la
tarea. Además, de acuerdo a un artículo del New York Times del 6 de
enero, el Almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto, amonestó
a los jefes de los cuatro servicios armados a mediados de diciembre, por no
escoger las personas más adecuadas entre los pocos que enviaron.
Cuando una fuerza militar sirve a la construcción de un imperio y la meta
principal del imperio es aumentar las ganancias de los bancos y corporaciones,
los militares también se adaptan a estas presiones. ¿Cuál es el
objetivo principal de los oficiales? Es avanzar en sus carreras.
Dado que las promociones han venido siempre a través de una sucesión
de nombramientos por un año, los oficiales evaden el Programa de
Especialistas en Afganistán-Pakistán.
A su vez, los altos mandos de cada servicio también se mostraron reacios a
enviar a sus “mejores personas” a esta unidad especial. Eso hubiera
significado la entrega de sus subordinados más capaces, quienes ayudan al
avance de las carreras de los oficiales de alto rango. Esto también se
convirtió en un obstáculo.
En un intento por corregir este fracaso, Mullen criticó a la cúpula
por una parte, y por otra aseguró que las carreras de los de la unidad
especial avanzarían. Si esta combinación de castigo e incentivo va a
crear el cuerpo colonial deseado, está aún por verse.
El ejército de resistencia
El ejército de resistencia puede contar una historia completamente
diferente. Los combatientes de la resistencia ya conocen las lenguas y las
costumbres locales pues son parte del pueblo. Hasta los informes del
Pentágono reportan que están creciendo en fuerza e influencia, y la
población los ve como combatientes locales, mientras que ve a las fuerzas
de la OTAN/EEUU como invasores.
La resistencia también ha sido flexible al adaptar sus tácticas.
Quizás nada indica esto mejor que el atentado contra el Puesto Militar de
Operaciones Avanzadas Chapman de la CIA el 30 de diciembre que mató a
siete agentes de la CIA, entre ellos algunos oficiales de alto rango y un
oficial jordano, junto con el agente de la resistencia. Según la
última versión de los hechos, las fuerzas de la resistencia que
operan en la provincia de Khost, decidieron que era necesario contraatacar
después de que aviones no tripulados mataron a algunos de sus líderes
junto a muchas otras personas.
Tomaron la decisión de sacrificar a un doble agente calificado, un
palestino con ciudadanía jordana que estaba combatiendo con la resistencia
por idealismo y por el odio al imperialismo. Él no vaciló. Su
decisión era todo lo contrario a la preocupación por avanzar su
carrera.
No hay duda de que el Pentágono puede llevar mucha destrucción a la
región de Afganistán-Pakistán y a su pueblo. Sin embargo, hay
muchas razones para dudar que pueda vencer la resistencia.
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