Inundaciones en Pakistán no son ‘naturales’
El papel del militarismo de EEUU en el desastre
Por Sara Flounders
Ni siquiera en esta época de cambio climático global, el
inmenso sufrimiento del pueblo paquistaní debido a las tremendas
inundaciones no tenía por qué suceder. Una inversión en la
infraestructura y un programa adecuado de respuesta ante emergencias
podrían haber minimizado lo que se ha convertido en uno de los peores
desastres mundiales. Pero décadas de intervención estadounidense para
mantener en el poder regímenes militares corruptos y reaccionarios contra
la voluntad del pueblo han dejado a este país como uno de los más
pobres y menos desarrollados de la región.
15 de agosto — La Organización de Naciones Unidas hace una semana
denominó las inundaciones en Pakistán como la mayor crisis
humanitaria en la historia reciente, con más personas afectadas que por el
tsunami del sudeste asiático y los recientes terremotos en Cachemira y
Haití combinados.
Desde el cálculo de ese 9 de agosto, el número de personas afectadas
se ha duplicado a más de 20 millones que han quedado sin hogar y
completamente desamparadas.
Las inundaciones aumentarán en la próxima semana debido a que niveles
récord de agua se mueven corriente abajo hacia los centros más
poblados al sur de Pakistán.
El coordinador de asistencia de emergencias de la ONU, John Holmes, dijo que
las cifras llegarían a 40 o 50 millones de personas que necesitarán
ayuda inmediata, de una población de 170 millones de habitantes.
Millones de personas han quedado aisladas, sin acceso a agua potable,
alimentación básica o albergue. Millones de personas buscan un
terreno más alto o se trepan en los techos de los edificios o en las
pequeñas colinas de las llanuras inundadas por los ríos Swat e
Indo.
Las inundaciones cubren toda la tierra cultivada en Pakistán. Todos los
principales cultivos se han perdido. El corazón de la agricultura, la
fuente de alimentación de Pakistán, está destruido.
Las inundaciones han dejado sin luz y comunicación a muchas partes del
país.
Aunque este año hubo lluvias récord del monzón, estas
inundaciones masivas no son un desastre natural. Comentaristas airados en
Pakistán lo están llamando “una catástrofe hecha por el
hombre”.
Las inundaciones no son sólo un accidente de la naturaleza. Semanas antes,
cuando fuertes lluvias inusualmente golpearon la parte alta del río Swat y
los altiplanos en el norte a finales de julio, se pronosticaron advertencias
nefastas sobre el alcance masivo de estas inundaciones. Fueron las lluvias
más torrenciales en 35 años.
Meses antes habían sido pronosticadas inundaciones y fuertes lluvias
monzónicas. Pero aún después de 10 días de que las
inundaciones habían afectado a 5 millones de personas en una amplia zona
del norte, después de que los medios de comunicación habían
informado diariamente sobre familias que se aferraban a las ramas de los
árboles, campos inundados y casas derrumbadas, ninguna organización
gubernamental había comenzado a prepararse para atender emergencias o para
evacuar grandes cantidades de personas.
Esto incluye al ejército pakistaní, la fuerza dominante en
Pakistán.
Un terremoto, ya sea en Haití, China, Chile o Cachemira, por lo general
golpea con muy poco aviso de antemano. La predicción de un tsunami
después de un terremoto submarino da a la gente sólo un par de horas
de advertencia. Puede ser que sólo haya una advertencia apenas unos
días antes de que se esté gestando un huracán o un tifón de
gran magnitud.
Pero el hecho de que los desbordamientos masivos inundarían extensas
áreas bajas en Pakistán se sabía con suficiente
anticipación. Sin embargo, los funcionarios paquistaníes no tomaron
medidas para notificar a la población en peligro o para llevar equipos de
emergencia a la región, desde barcos hasta puentes portátiles, agua
potable, tiendas de campañas y medicamentos.
Todas las palabras de preocupación de las agencias humanitarias están
empezando a ser enunciadas. Pero hasta ahora el importe de la ayuda para
Pakistán proveniente de los EEUU, países de la OTAN y los organismos
de las Naciones Unidas está entre los más pequeños en la
historia de asistencias para víctimas de desastres.
Washington ha prometido $55 millones para ayuda de emergencia y el uso de seis
helicópteros. ¡Qué insulto! Sólo este año, el Congreso
asignó al Pentágono más de 1.000 veces esta mísera cantidad
para seguir combatiendo sus guerras en la región.
La asociación con EEUU
Las desastrosas inundaciones que han afectado amplias zonas de Pakistán
son un ejemplo gráfico de cómo la desigual y dependiente
relación de Pakistán con EEUU ha dejado al país atrasado,
distorsionado, sin ninguna preparación para poder responder a las lluvias
inusualmente intensas en un momento de cambio climático global.
La alianza con EEUU no ha sido de ninguna ayuda en la hora de mayor necesidad
del país. Los corruptos funcionarios feudales y los militares aún
más corruptos y represivos, todos mantenidos en el poder por enormes
cantidades de ayuda militar estadounidense, han demostrado que son totalmente
incapaces de por lo menos avisar a las millones de personas que estaban
claramente en peligro o de movilizar el equipo de emergencia más
básico.
Washington está más que dispuesto para vender a Pakistán aviones
F-16, cientos de misiles tierra-aire y aviones de vigilancia. Esto es
enormemente rentable para los contratistas militares estadounidenses pero
Pakistán termina aumentando su deuda.
Mientras tanto, Pakistán carece del sistema de control de inundaciones
más básico. Hay una falta total de fondos de inversión o ayuda
internacional para el control de inundaciones. Un sistema básico de
represas, embalses, cuencas de contención, terraplenes y diques
podrían haber contenido el agua e impedir inundaciones incontroladas en la
región vulnerable.
Los principales ríos en EEUU, Europa, Japón y ahora China tienen
control de inundaciones bien organizado.
La falta de control de inundaciones en Pakistán ha destruido cientos de
kilómetros de carreteras y líneas ferroviarias, puentes, escuelas,
hospitales y generadores eléctricos. Más de 6.000 pueblos han sido
arrasados. Pueblos y ahora incluso ciudades, están sumergidas.
Durante décadas, Washington ha dispuesto generosos fondos para
Pakistán para la policía y las agencias de inteligencia, pero los
fondos para el desarrollo de infraestructura, educación, salud y otras
necesidades sociales han sido ignorados. Pakistán tiene una deuda de $40
mil millones, en gran parte por la maquinaria militar vendida por EEUU.
Según las cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF), incluso antes de la devastación por la inundación, un 30
por ciento de los/as niños/as paquistaníes sufrían de
malnutrición crónica; sólo la mitad de los 19 millones de
niños/as de edad escolar estaban matriculados/as en la escuela, y dos
tercios de las mujeres son analfabetas.
Ha habido una fuerte presencia del ejército paquistaní en la
región del Swat y en la Provincia de la Frontera del Noroeste donde las
inundaciones comenzaron. Sin embargo, su papel se centró exclusivamente en
una represión brutal, no en la ayuda de emergencia.
El verano pasado, bajo una enorme presión política de EEUU, el
ejército de Pakistán lanzó campañas intensamente
destructivas de contrainsurgencia contra los talibanes en el norte de
Pakistán, Bajaur, el Valle del Swat y en Waziristán del Sur.
En el Valle del Swat, que tiene muchas ciudades, el ejército
pakistaní enfrentó la resistencia de una población urbana de 4
millones de personas. Dos millones de refugiados se vieron obligados a huir de
sus hogares durante las batallas. Millones corrieron para protegerse del
intenso bombardeo, pero el gobierno no tenía planes de ayuda para estos
desesperados refugiados de guerra.
Ninguno de los equipos pesados suplidos por EEUU en la región se
utilizó para construir un puente o una represa. Sólo fueron
utilizados para arrasar la región.
Las mismas organizaciones islámicas que han sido capaces de proporcionar
ayuda de emergencia para los/as refugiados/as, tanto entonces como ahora
durante la inundación, son las que EEUU y el ejército pakistaní
están tratando de destruir.
Mientras el agua rugía el 14 de agosto, aviones estadounidenses sin piloto
atacaron de nuevo, matando al menos 13 personas en el distrito de
Waziristán al norte de Pakistán, cerca de la frontera con
Afganistán.
Las fuerzas de EEUU y de la OTAN tienen una abrumadora presencia en
Afganistán, justo al otro lado de la frontera. Su tecnología es tan
sofisticada que el Pentágono puede maniobrar un avión no tripulado
desde el otro lado del planeta y hacer que lance un misil en Afganistán o
en Pakistán.
Pero ni siquiera se requiere tecnología complicada para medir las
precipitaciones o comunicar las amenazas climáticas a millones de
personas. El equipo para hacer esto ha existido por décadas.
Sin embargo, esta simple tarea parece imposible porque EEUU, el más
poderoso de los países explotadores capitalistas, subvierte gobiernos
populares mientras promociona aquellos que colaboran con su sistema basado en
la maximización de ganancias, donde la tecnología está al
servicio de la opresión militar imperialista.
Para responder a las emergencias naturales y a las provocadas por el hombre, lo
que se necesita es la destrucción de este sistema capitalista de
explotación y opresión nacional para que cada país pueda
establecer una planificación que satisfaga las necesidades de su pueblo.
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