Las elecciones en Massachusetts y los desafíos futuros
Por Fred Goldstein
La victoria del derechista Scott Brown en las elecciones senatoriales de
Massachusetts pone en una perspectiva clara la crisis para los y las
trabajadores y oprimidos de este país. Es una de liderazgo, política
y organización.
Muchas lecciones han sido extraídas por el liderazgo del Partido
Demócrata, expertos liberales, líderes sindicales y otros sobre lo
que pasó en Massachusetts. Pero, puesto de manera simple, hay una
lección primordial. El récord sombrío del liderazgo del Partido
Demócrata y la sumisión de la administración de Obama a los
intereses de los bancos y corporaciones han dejado a la base del Partido
Demócrata en la intemperie, llevando a la desilusión y a la
confusión.
Al tener que escoger entre las necesidades de su base — los/as
trabajadores, las comunidades pobres y oprimidas y la clase media progresista
— y sus amos corporativos, el liderazgo del Partido Demócrata
mostró de nuevo que es prisionero de las corporaciones y sus agentes de
cabildeo. La administración está rodeada de banqueros, oficiales de
finanzas, representantes de corporaciones, generales y almirantes al igual que
las otras administraciones.
El entusiasmo comprensible y las altas esperanzas que acompañaron la
histórica elección del primer presidente africano-americano, y el
retroceso del racismo que esto representó, están disminuyendo en la
medida en que Barack Obama sigue el trillado camino que siguen todos aquellos
que llegan al puesto de jefe ejecutivo del imperialismo estadounidense.
La desilusión y la ira esperada, fueron expresadas primero con la derrota
del multimillonario liberal y ex banquero, el Gobernador John Corzine de Nueva
Jersey. La derrota de la Fiscal General de Massachusetts, Martha Coakley,
candidata demócrata para el senado del estado, es otra expresión de
la misma desilusión.
El problema en este momento es que la derecha se está aprovechando de esta
desilusión y tratará de ganar más territorio dentro de la clase
obrera y la clase media para fomentar el racismo, la ideología militarista
y la división en medio de la creciente crisis económica.
Las fuerzas detrás de Brown
Esto es lo que permitió que Brown, un republicano poco conocido, senador
derechista del estado de Massachusetts, derrotara a la fiscal general del
estado en las elecciones del 20 de enero por el curul del Senador Ted Kennedy
quien se mantuvo en ese puesto por casi medio siglo.
La victoria de Brown ha llevado al Partido Demócrata y a la
administración Obama a una crisis. Este perturbó el balance de
votación en el Senado, privando a los Demócratas de una mayoría
que se opondría a una maniobra obstruccionista y que de esta manera
amenazara el proyecto de ley de la salud y posiblemente el resto de la agenda
legislativa de la administración de Obama. La victoria de Brown significa
además que los candidatos Demócratas pueden encontrarse en peligro en
las elecciones congresionales del 2010.
Brown es un republicano que hizo una campaña con una mezcla de posiciones
derechistas y reaccionaras además de apelaciones demagógicas para la
clase obrera. Su campaña fue apoyada por el llamado movimiento del Partido
del Té — una red de ultra derechistas y elementos fascistas que
surgió durante los mítines públicos que lanzaron ataques
racistas y acusaciones anti comunistas fraudulentas contra el Presidente
Obama.
Los grupos del Partido del Té están coordinados bajo la cobertura del
Freedom Works, una fundación derechista encabezada por Dick Armey. Este ex
senador del estado de Texas utilizó los fondos de la industria de la
salud, el petróleo y las compañías de utilidades para la
creación de movimientos “populares” falsos en contra del
proyecto de ley de salud y los programas para el medio ambiente.
Redes derechistas alrededor del país enviaron millones de dólares a
la campaña de Brown.
Brown denunció el inflado proyecto de ley de salud, los arreglos tras
bastidores de la administración de Obama y el gasto público.
Apeló al temor de la gente a un aumento de impuestos y exigió la
creación de trabajos. Iba por todos lados conduciendo una camioneta para
crear la imagen de un “hombre del pueblo”.
Al mismo tiempo salió a favor de la tortura y rechazó la
representación legal de prisioneros como los de Guantánamo. Fue
campeón de la llamada “guerra contra el terror”. Se opuso a la
legislación que legalizaría a trabajadores/as indocumentados/as.
Condenó la legislación comercial para reducir las emisiones de
carbono — no porque es totalmente ineficaz, sino porque es “una
intervención del gobierno”.
Añadiendo a la confusión y al engaño, Brown elogió a Ted
Kennedy y no aprovechó la oportunidad para utilizar el racismo contra
Obama. Por otra parte, fue apoyado por los elementos racistas y fascistas
más virulentos en la sociedad capitalista, a los cuales sin duda les
reforzó políticamente.
Martha Coakley, por otra parte, hizo una campaña mediocre y tardía,
básicamente defendiendo el programa de la administración de Obama
sobre el cuidado de la salud, la creación de empleos, etc.
Se han publicado interminables análisis sobre el revés de esta
elección. Algunos lo atribuyen a la mala campaña dirigida por
Coakley. Se quejan de que el resultado habría sido diferente si hubiera
tenido una campaña más efectiva y no hubiera cometido errores, como
el no reconocer el nombre de un famoso lanzador de las Medias Rojas de Boston,
si no hubiera aparentado ser tan distante, si no se hubiera ido de vacaciones,
etc., etc.
Pero esto es una visión muy limitada de la derrota. ¿Cuáles son
las circunstancias que permitieron que un error o una campaña mediocre
fueran decisivas en la carrera electoral por un puesto “liberal”
ocupado por la dinastía multimillonaria Kennedy durante décadas?
Obama ganó Massachusetts con el 67 por ciento. Brown derrotó a
Coakley con un 52 por ciento frente al 47 por ciento que sacó ella.
Emergencia económica y los arreglos tras bastidores
Bob Herbert, el único columnista
africano-americano de opinión del New York Times, escribió un airado
artículo el 23 de enero después de la victoria de Brown, titulado
“Todavía no entienden”. Herbert escribió: “Hay una
emergencia económica en el país con millones y millones de estado-
unidenses llenos de miedo y ansiedad mientras luchan con un desempleo
prolongado, ejecuciones hipotecarias, quiebras personales y falta de
oportunidades para ellos y sus hijos”.
En cuanto al proyecto de ley de salud que Coakley tuvo que defender y contra el
cual Brown se pronunció, Herbert escribió: “Nadie en su sano
juicio podía creer que un sistema viable, eficiente y rentable pudiera
salir del terrible plan que finalmente emergió del Senado después de
largos meses de dudosas alianzas, acuerdos vergonzosos secretos, sobornos
extravagantes y abyecta capitulación ante las compañías de
seguros y gigantes empresas farmacéuticas”.
Añádase a esto que los bancos han humillado a la administración
de Obama en primer lugar al aceptar el rescate del gobierno y luego dar miles
de millones de dólares en bonos a sus ejecutivos. Ahora están
recogiendo ganancias récord, negándose a prestar dinero o a reajustar
las hipotecas, y trabajando para sabotear todas las restricciones a sus
manipulaciones financieras.
Mientras tanto, el desempleo junto al subempleo es de 27 a 30 millones. Tres
millones de hogares entraron en ejecución de hipotecas el año pasado,
y se esperan millones más. El hambre, la pobreza, la reducción de los
salarios, las presiones en el trabajo, la pérdida de la atención de
la salud y todas las otras dificultades están aumentando.
La cuestión más urgente para los/as trabajadores/as es cuándo
esto va a terminar y quién la finalizará.
El recurso más poderoso que tienen los/as trabajadores/as en esta sociedad
capitalista son los sindicatos. Pero actualmente, los/as miembros/as de base
están paralizados/as por la total ausencia de una independencia o de lucha
al nivel del liderazgo.
En la elección de Massachusetts, un 29 por ciento de quienes votaron por
Brown habían votado por Obama en el 2008. Una encuesta hecha por el
AFL-CIO mostró que los/as miembros/as de sindicatos votaron 49 por ciento
por Brown y 46 por ciento por Coakley. Estas son las cifras en las cuales
debemos enfocarnos.
Los/as trabajadores/as y otras personas que votaron por un presidente
africano-americano en el 2008 apoyaron ahora a un candidato derechista a causa
de la demagogia y porque no había otra opción.
Reto a luchar
Ese es el reto a todos los elementos avanzados en los Estados Unidos. Todos/as
aquellos/as que están opuestos/as al capitalismo, al racismo y al
imperialismo, que son partidarios/as de los/as trabajadores/as y los/as
oprimidos/as en los sindicatos, las comunidades, los movimientos políticos
en las universidades, estudiantes y jóvenes, deben encontrar una forma
organizativa para unirse a nivel nacional y regional para lanzar un movimiento
masivo para luchar — para luchar por empleos y para formular un programa
mínimo que pueda expresar los intereses de los/as trabajadores/as y los/as
oprimidos/as independientemente de los partidos capitalistas.
Los liberales, socialdemócratas y el liderazgo sindical están
estancados en el terreno electoral como su forma primaria de lucha
política. Son directa o indirectamente, seguidores del Partido
Demócrata o dependientes de él.
La lucha electoral es una forma legítima de lucha pero no puede remplazar
la movilización de las masas y la lucha clasista. La manera de influir
legislaciones en este país ha sido históricamente a través de
huelgas, brazos caídos, tomas, rebeliones y resistencia masiva de todo
tipo.
La crisis en el Partido Demócrata se ha convertido en una crisis de los
sindicatos y los socialdemócratas en general. Ellos han conducido a las
masas a apoyar al liderazgo del Partido Demócrata. Este es el partido que
acaba de mandar 30.000 tropas a Afganistán, satura Pakistán con
cohetes teledirigidos, todavía ocupa Irak, mandó 12.000 tropas para
ocupar Haití, apoya a Israel en su supresión de los/as palestinos/as,
construye bases militares en Colombia, organizó un golpe de estado en
Honduras, etc.
La crisis del Partido Demócrata no debe ser nuestra crisis. Debe
convertirse en una oportunidad para el movimiento amplio de trabajadores/as,
especialmente sus sindicatos, para declarar su independencia, para
desenmascarar los intereses capitalistas detrás de la crisis
económica, para luchar por la unidad de clase de los/as trabajadores/as
— organizados/as o no, documentados/as o no, empleados/as o
desempleados/as — para fomentar una lucha en las calles y los lugares de
empleo y para promulgar su propio programa político.
No debemos permitir que los derechistas manipulen la desilusión en medio
de esta crisis económica. La clase trabajadora en este país es un
gigante dormido. Es hora de que cada revolucionario/a piense profunda y
largamente sobre cómo ayudar a despertar este gigante y hacer temblar la
tierra debajo de la decadente clase dominante cuyo sistema de ganancias
está trayendo interminables sufrimientos.
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