EDITORIAL
La única salida
Las dos guerras de agresión que fueron iniciadas por la
administración de Bush, continuadas por los Demócratas con el apoyo
de la mayor parte de la clase dominante estadounidense — se han tornado
en una pérdida neta para todos/as menos para el complejo
militar-industrial, la industria petrolera, y algunos altos oficiales del
ejército.
El New York Times del 17 de octubre tuvo dos artículos significantes que
reflejaron este dilema.
En Afganistán, según el Times, la OTAN estaba facilitando discusiones
entre el Talibán y el gobierno títere mientras que bombardeaban y
lanzaban proyectiles de mortero a combatientes del Talibán para
apresurarles a negociar. La conclusión del Times fue que al
“final”, “tantas cosas pudieran salir mal” para el
imperialismo. Una era que el apoyo para Estados Unidos en Pakistán ha
disminuido cada vez que algún avión teledirigido mata a personas
civiles o soldados pakistaníes.
En Irak, donde el Pentágono ha pintado como una victoria a causa del
incremento súbito de tropas (“surge”), el Times encontró
que la victoria se está yendo a la deriva. Los “Consejos del
Despertar”, compuestos de Suníes que abandonaron la resistencia en
2007 por pago y porque no querían luchar contra Estados Unidos, al-Qaida y
el régimen de Bagdad a la misma vez, están regresando a las filas de
la resistencia iraquí. Aunque no está claro cómo va a avanzar la
lucha, está claro que esto se traduce en problemas para Washington.
En otras noticias, el Ejército estadounidense fue pescado mintiendo sobre
su cuota de reclutamiento. Los generales simplemente habían disminuido sus
metas. El Ejército todavía no puede agrupar bastantes fuerzas para no
tener que mandar a las mismas tropas tres, cuatro y cinco veces a las zonas de
combate.
Las ocupaciones se están convirtiendo en una situación imposible.
Esto es una mala noticia para el imperialismo estadounidense. Pero no son malas
noticias para el pueblo afgano, el iraquí, o para la clase trabajadora
estadounidense.
Lo contrario es cierto. Si las guerras y ocupaciones anduvieran bien para el
Pentágono y el Departamento de Estado, seguro que los elementos
estadounidenses más militaristas estarían apresurando la próxima
guerra y la próxima conquista. Estarían llamando a una agresión
flagrante contra Irán, o aún contra China. La juventud de la clase
trabajadora estadounidense, y especialmente las grandes poblaciones en esos
países, estarían en peligro de ser nuevas víctimas del impulso
de los imperialistas para extender sus mercados.
Después de décadas de guerra y sufrimiento en Afganistán e Irak,
con la población agotada, es difícil predecir cuáles fuerzas
sociales estarán encargadas del liderazgo si los imperialistas fueran
forzados a salir. Pero lo importante es que serían afganis e iraquís
soberanos. No serían amos imperialistas. Cada nación tiene el derecho
a la autodeterminación, a resistir los mandatos de invasores o de los
monigotes escogidos por los imperialistas.
Estados Unidos debe salirse y debe hacerlo ahora mismo. Puede ser una
pérdida para los banqueros estadounidenses, los traficantes de armas y los
generales, pero sería un paso hacia adelante para esas regiones del mundo.
Y sería un paso hacia adelante para la clase trabajadora aquí en los
Estados Unidos, la cuál es explotada y mantenida paralizada
políticamente por la misma clase dominante imperialista.
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