Ataque a la base de la CIA expone debilidad de la ocupación estadounidense
Por John Catalinotto
La explosión de una bomba en el campamento de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) en Khost, provincia de Afganistán el 30 de diciembre,
resultó en la muerte de siete agentes de mucha experiencia, incluyendo al
comandante de la base. El ataque ha sido un fuerte golpe contra la
ocupación estadounidense. Esto ha cambiado las reglas para la
organización espía y ha provocado amenazas del Presidente Barack
Obama y el jefe de la CIA Leon Panetta.
A pesar de las pretensiones de los militares y la CIA y sus amenazas de
venganza, el exitoso ataque a una importante base estadounidense subraya las
debilidades básicas del imperialismo estadounidense para llevar a cabo la
más reciente escalada de la guerra y la impopular ocupación de
Afganistán.
A nivel táctico, el ataque significó la pérdida de espías
con décadas de experiencia en Afganistán que tenían un gran
conocimiento de las costumbres y los lenguajes. Estratégicamente significa
que las fuerzas de ocupación de EEUU y la OTAN tratarán ahora
más que nunca, a todos los afganos como enemigos. Esto destruirá toda
posibilidad de que Estados Unidos “se gane los corazones y las
mentes” de una parte de la sociedad afgana en su intento de dividir para
conquistar Afganistán.
“Entre los que murieron estaban oficiales experimentados y su
conocimiento y experiencia se extrañará profundamente,’ dijo
Henry A. Crumpton, quien dirigió la campaña de la CIA en
Afganistán en los años 2001 y 2002” (Wall Street Journal, 2 de
enero)
La CIA no sabrá ‘en quién
confiar’
Un reportaje de la agencia noticiosa Reuters del dos de enero describió la
otra parte de la pérdida citando a un ex oficial de la CIA: “Es un
gran golpe para la agencia. Este es un grupo muy cerrado. Ellos no sabrán
en quien confiar ahora”.
Los oficiales estadounidenses y la prensa corporativa a menudo distorsionan la
verdad y más aún en una situación de guerra. Sin embargo,
reportes en el Wall Street Journal, el New York Times y el Washington Post que
incluyen entrevistas con pasados y actuales oficiales de la CIA, indican que
algo como lo siguiente pudo haber ocurrido:
El personal del Centro Operativo de Avanzada Chapman (Forward Operating Base
Chapman, FOB), en la provincia Khost se ha estado enfocando en dos tareas
principales: encontrar objetivos para bombardear con aviones sin piloto e
investigar esa parte de la resistencia afgana conocida como “la red
Haqqani” para que la Fuerzas Especiales de EEUU o
“contratistas” mercenarios la busquen y asesinen a sus miembros y a
sus líderes. La FOB Chapman utilizó informantes tanto en
Afganistán como en Pakistán.
Tal como al-Qaida, la red Haqqani era una aliada de Estados Unidos en la
batalla contra la Unión Soviética, cuando el ejército
Soviético asistía al gobierno progresista afgano en la década de
1979 a 1989. Sin embargo ahora la red Haqqani está aliada al Talibán.
Utilizando información provista por la FOB Chapman, tanto los aviones sin
piloto como las fuerzas terrestres mataron a algunos de los líderes
Haqqani a lo largo del año 2009.
El atentado del 30 de diciembre fue por alguien que los agentes de la CIA
conocían, alguien que estaba considerado como un actual o potencial
informante afgano. Era capaz de pasar la seguridad de la base y entrar en una
sala en la que al menos 13 miembros de la CIA o “contratistas”, es
decir, mercenarios, estaban presentes para escuchar el reporte del informante.
Cuando explotó la bomba, el afgano murió junto a siete agentes de la
CIA. Otras seis personas resultaron heridas.
Las fuerzas de la resistencia en Afganistán y en Pakistán, que los
medios corporativos describen como los talibanes de Afganistán y de
Pakistán respectivamente, se han responsabilizado por el ataque. Los
afganos ven el atentado como un fuerte golpe contra las fuerzas
estadounidenses. Las declaraciones de la resistencia también identifican a
la persona que hizo el atentado como un “doble agente”.
La CIA no ha revelado los nombres de quienes murieron. Algunas infiltraciones
han proporcionado información diciendo que se incluyen, además de
funcionarios de la CIA, un antiguo Navy Seal que era un
“contratista” y a un ex comandante de la reserva del
ejército.
El papel de los ‘contratistas’
La CIA no ha nombrado a la empresa que proporciona los mercenarios. Sin
embargo, el 15 de diciembre la resistencia afgana atacó una base de la
USAID en Gardez, la capital de la provincia de Paktia en el sureste, provocando
la muerte del personal de seguridad y un guardia que trabajaban para la
Development Alternatives Inc. DAI es el principal proveedor de fuerzas
mercenarias para la ocupación.
Según un informe de la abogada estadounidense y escritora investigadora
Eva Golinger, quien ahora reside en Venezuela, la DAI está activa en toda
América Latina. Uno de sus empleados es el agente estadounidense capturado
en Cuba que estaba entregando materiales ilegales a los grupos
contrarrevolucionarios. La DAI tiene un contrato por $40 millones para
administrar el “Programa de Planificación de Contingencias para la
Democracia en Cuba”.
DAI está gestionando un programa similar para la USAID en Venezuela. La
USAID también ha sido expulsada de dos ciudades de Bolivia, acusada de
intervenir en los asuntos domésticos. Según Golinger, “un alto
funcionario de la USAID confirmó hace dos semanas que la CIA utiliza el
nombre de la USAID para facilitar contratos y financiación a terceros a
fin de dar cobertura a las operaciones clandestinas”.
(Chavezcode.com)
La dependencia de Washington en los mercenarios para combatir sus guerras
coloniales es otra señal de su debilidad. No sólo el Pentágono,
que tiene el problema de reclutar un ejército necesario para una
ocupación, sino la CIA y la USAID también tiene que contratar a
mercenarios. Los combatientes de la resistencia por el contrario, están
dispuestos a inmolarse con el fin de liberar a su país de la
ocupación y la dominación extranjera.
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