Rechazo en masa a la ley de Arizona y al ICE
Hace cuatro años, en el Primero de Mayo, millones de inmigrantes y sus
partidarios/as obligaron al gobierno capitalista a rechazar el vicioso proyecto
de ley anti-inmigrante de Sensenbrenner.
Este Primero de Mayo más de 1 millón de inmigrantes y simpatizantes
se manifestaron en más de 100 ciudades enviando un poderoso mensaje a las
fuerzas racistas anti-inmigrantes en Arizona para que deroguen la ley estilo
apartheid que legaliza los perfiles raciales.
Unidas a las protestas contra la ley de Arizona estaban las exigencias para que
se terminen las redadas, las deportaciones y la separación de las familias
por la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE por las siglas en
inglés). Las manifestaciones pedían la legalización, el fin de
la criminalización de todos/as los inmigrantes indocumentados/as y
justicia e igualdad para todos/as.
La presencia masiva de inmigrantes militantes empequeñeció las
protestas anteriores de las bandas racistas del Partido del Té, que han
sido pintadas por los grandes medios de comunicación capitalista como una
fuerza todopoderosa desde que organizaron “rebeliones” durante las
audiencias públicas sobre el proyecto de ley de salud.
La manifestación del Primero de Mayo fue un reflejo más del verdadero
potencial de la relación entre los/as trabajadores/as y las masas
oprimidas por un lado, y la ultra-derecha por el otro — una vez que el
pueblo se moviliza. Las rabiosas fuerzas anti-inmigrante que acudían a los
mítines de Sarah Palin en la gira del Partido del Té no estaban a la
vista el Primero de Mayo — y por buena razón. El Primero de Mayo fue
realmente un gran paso hacia adelante en el camino a la lucha contra la
derecha.
Arizona, parte de una tendencia
El propósito de la ley de Arizona es estimular el racismo, usar a los/as
inmigrantes como chivos expiatorios, para dividir la clase obrera y hacerle
más fácil a los empresarios el superar la crisis económica de
desempleo sin que haya una rebelión de los/as trabajadores/as. Pero la
ley, aunque extrema, no es un hecho aislado.
Las redadas del ICE y la colaboración entre el gobierno federal y cerca de
70 departamentos de la policía de todo el país continúan. La
retórica de Washington, en particular respecto al proyecto de ley que
está siendo elaborado por el Senador Charles Schumer de Nueva York, trata
de “seguridad fronteriza”, de un “camino” draconiano a
la ciudadanía pagando multas, de demostrar competencia en inglés, de
ir “al final de la línea,” de “programas de trabajadores
huéspedes, etc. Estas medidas punitivas llamadas “reformas
migratorias” estigmatizarán oficialmente a los/as trabajadores/as
indocumentados/as.
Además, la propuesta de una tarjeta de identidad biométrica es una
amenaza potencial para todos/as los/as trabajadores/as. Ahora mismo hay una
investigación de los antecedentes de todos los trabajadores portuarios en
el país por el Departamento de Seguridad de la Patria. Muchos/as han
perdido sus puestos de trabajo después de descubrirse infracciones
menores.
La tarjeta de identidad biométrica daría a todos los jefes un arma en
contra de todos/as los/as trabajadores/as. La amenaza es especialmente grave
para trabajadores/as negros/as y latinos/as. Estos/as tienen una incidencia
desproporcionadamente alta de encarcelamiento a causa de una elevada tasa de
desempleo y porque son blanco de discriminación racial en primer lugar. Es
bastante comprensible que, entre las muchas consignas gritadas en las
manifestaciones, se oye a menudo, “¡Obama, escucha, estamos en la
lucha!”
La administración Obama ha estado distante y pasiva frente a este
desafío manifiestamente inconstitucional a los derechos de los latinos/as
y a la jurisdicción de la propia administración. Legisladores
derechistas en Texas, Utah, Colorado y otros lugares están amenazando con
seguir el ejemplo de la ley de Arizona.
Hasta ahora Washington ha dejado en manos de las fuerzas locales el resistir
por vías legales esta medida de corte fascista, que da a la policía
el derecho a pedir los papeles de quien se tenga la “sospecha
razonable” de ser indocumentado/a. El alcalde de Phoenix, un policía
del condado de Pima, la American Civil Liberties Union y otras organizaciones
de servicios legales están trabajando para desafiar esa ley.
Mientras tanto, el ICE y los policías del condado de Maricopa bajo el
mando del alguacil Joe Arpaio de mentalidad fascista, siguen llevando a cabo
redadas y revisiones arbitrarias, a pesar de un fallo de la Agencia de
Seguridad Nacional que le quitó a Arpaio el derecho a ejecutar la
política inmigratoria.
Esta vacilación de Washington no sólo envalentona al sector
anti-inmigrante y derechista en su represión, sino que fortalece las
mismas fuerzas racistas que quieren tumbar a la administración de Obama.
Mientras que los fascistas “Minutemen” y otros tipos ultra
derechistas siempre han estado incitando a un ataque contra los/as
trabajadores/as indocumentados/as, la clase dominante en general y el gobierno
capitalista tomaron una posición más moderada durante el auge
económico.
Capitalistas necesitan de trabajadores/as
indocumentados/as
Los empresarios no se quejaron cuando los/as trabajadores/as indocumentados/as
cruzaron la frontera para cultivar sus alimentos, construir casas y edificios
de oficinas para la expansión inmobiliaria, convertirse en techadores,
yeseros, pintores, y jardineros, trabajar en los mataderos, limpiar las casas,
cuidar los niños, etc.
Las empresas de construcción, los desarrolladores de bienes raíces,
la industria hotelera, los empacadores de carne y otros capitalistas ganaron
miles de millones en ganancias explotando a trabajadores/as indocumentados/as
que tenían poca representación, y quedaban completamente
vulnerables.
Pero una vez estalló la burbuja inmobiliaria y la crisis económica se
extendiera, los empresarios ya no pudieron obtener un beneficio fácil de
los millones de trabajadores/as indocumentados/as, así que la clase
dominante los utilizó como chivos expiatorios. Al aumentar el desempleo en
los EEUU de un 4 al 10 por ciento, la actitud de la clase dominante y el
gobierno se hizo más dura.
Esto fue parte de una política del gobierno cuidadosamente calculada.
Durante el período de expansión económica los capitalistas
necesitaban la mano de obra barata de cerca de 400.000 trabajadores/as
inmigrantes. Pero la ley solamente permitía entrar a este país
legalmente a 5.000 trabajadores/as por año. Éste era un seguro de que
hubiera una reserva enorme de trabajadores/as indocumentados/as para competir
por los empleos de bajo sueldo. También se aseguraba que durante una
depresión hubiera una población no documentada para ser el chivo
expiatorio por la crisis de desempleo.
TLCAN, industria agrícola e inmigración
Esto es precisamente lo que pasó en Arizona. Oficialmente la tasa de
desempleo ha subido de más de 4 por ciento al 9,6 por ciento en los dos
años de la crisis. Antes había 150.000 desempleados/as en Arizona y
esta cifra ya ha subido a más de 300.000. Y ésta es una cifra modesta
debido a que decenas de miles de trabajadores/as indocumentados/as ya no
están contados/as como parte de la fuerza laboral. Si ellos/as solicitan
beneficies por desempleo, los/as trabajadores/as del estado están
obligados/as a dar sus nombres al ICE.
Es difícil comprender el porqué la gente deja a sus familias y corre
el riesgo de penuria y muerte al cruzar el desierto para entrar en los Estados
Unidos, a menos que se sepa que el TLCAN, el tratado que pasó en 1994,
abrió México a la industria agrícola estadounidense y en efecto
destruyó una gran parte de la agricultura doméstica de México
resultando en la pérdida de tierras y empleos para millones de personas.
La invasión de corporaciones estadounidenses forzó a millones de
inmigrantes a venir a los Estados Unidos para alimentarse ellos/as y sus
familias. Era un plan corporativo construido deliberadamente para que ganaran
las corporaciones y perdieran los/as trabajadores/as.
Éste es el trasfondo de la campaña de intimidación y
división emprendida contra los/as trabajadores/as indocumentados/as. La
única solución puede venir de la clase trabajadora y envuelve la
solidaridad, tanto dentro de los Estados Unidos como entre los/as
trabajadores/as estadounidenses y los/as trabajadores/as mexicanos/as. Los/as
trabajadores/as y campesinos/as en México estarán forzados/as a venir
aquí para sobrevivir siempre que esté el imperialismo corporativo
estadounidense en México y en otros países oprimidos.
Es demasiado pronto para saber qué van a lograr últimamente las
magníficas movilizaciones del Primero de Mayo 2010. Pero ya ha hecho
vacilar a la clase dominante y sus planes de convertir a los/as inmigrantes en
chivos expiatorios por la crisis económica. Esto abre paso para que crezca
la solidaridad entre todos/as los/as trabajadores/as y para levantar la
consigna de que no hay fronteras en la lucha obrera.
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