El discurso de Obama
El debate sobre el cuidado de la salud y el racismo
Por David Hoskins
El Presidente Barack Obama se dirigió al Congreso durante una sesión
conjunta el 9 de septiembre en un esfuerzo por revivir el proyecto de ley
demócrata sobre la reforma de salud. El discurso de Obama fue pronunciado
después de semanas de ataques racistas durante los foros celebrados en
varias partes del país, combinados con demagogia y distorsiones por parte
de políticos y comentaristas derechistas que amenazaban con hundir
cualquier reforma y forzaron a los demócratas a retirarse de la
“opción pública”.
Dos fuerzas estaban detrás de los ataques y distorsiones. La industria de
seguros de salud demostró su empeño por derrotar cualquier tipo de
reforma, aún una reforma paulatina, contradictoria e insuficiente, que
podría potencialmente amenazar una minúscula porción de sus
ganancias multimillonarias. Mientras tanto, en un intento por desviar una lucha
multinacional unitaria en contra de la crisis económica, una sección
de la clase gobernante ha expuesto su voluntad de incitar una reacción
racista usando a Obama como chivo expiatorio por la peor crisis desde la Gran
Depresión.
Obama explica claramente las prioridades
demócratas
En lenguaje unas veces intenso, Obama describió la situación de
quienes no tienen suficiente o ningún seguro, luchando diariamente por un
cuidado de salud básico en el país más rico del mundo. Con
palabras fuertes, Obama, describió con precisión el espectáculo
de tácticas de miedo y debates deshonestos, las posturas políticas de
poca visión y el predominio de un ambiente de confusión que ha
rodeado la reforma del cuidado de salud.
Fue sólo cuando Obama enfocó su atención hacia los detalles de
cómo sería la propuesta demócrata sobre la reforma de salud, que
se hizo patente que algo andaba mal. El describió un plan similar al que
ya se aprobó por cuatro comités en el Congreso bajo control del
Partido Demócratas. Al hacer esto, la administración dio su apoyo a
un plan sumamente inadecuado que costaría $900 mil millones de
dólares en un período de diez años, forzando a individuos sin
cobertura de seguro a comprarlo, y restringiendo la cobertura de la opción
pública a menos del 5% de la población. La Oficina del Presupuesto
Congresional previamente había estimado que este tipo de reforma
dejaría al final 17 millones de personas sin seguro.
En su discurso, Obama dejó claro que el plan de salud Demócrata no
provee cobertura a los/as trabajadores/as indocumentados/as y no provee fondos
federales para los servicios de aborto. Esta desafortunada posición sobre
los derechos médicos de las mujeres e inmigrantes llega en un tiempo
cuando el mismo Obama se encuentra bajo ataque por parte de la extrema derecha,
la cual ha optado por usar el racismo en su contra para socavar la más
pequeña oportunidad de una reforma.
Exabrupto racista durante discurso del Presidente
El representante republicano de Carolina del Sur, Joe Wilson intentó
interrumpir a Obama gritando: “¡Tú mientes!” cuando el
Presidente aseguraba al Congreso que los/as indocumentados/as no iban a recibir
cobertura. El hecho mismo de que Obama se sintió obligado a destacar la
exclusión de los/as inmigrantes indocumentados/as es una clara muestra de
la atmósfera viciosamente racista en Washington.
El exabrupto de Wilson refleja ese racismo.
La columnista del New York Times Maureen Dowd, denunció a Wilson y al
establecimiento racista en su columna del 12 de septiembre: “Rodeado de
hombres blancos de mediana edad, como foto añeja de los días en que
tales politiqueros manejaban a Washington como su propio club, Joe Wilson le
gritó “¡Tú mientes!” a un Presidente que no
mentía. Pero sea justo o no, lo que escuché fue una palabra no dicha
en el aire: ¡Mientes, muchacho!” [Nota editorial de MO: Esta es la
manera irrespetuosa en que los racistas le hablaban a las personas adultas
africanas-americanas antes de las luchas sobre derechos civiles de los
años sesenta].
Dowd explica cómo Wilson pertenecía a los Hijos de Veteranos de la
Confederación y dirigió una campaña para mantener la bandera de
la Confederación [los estados secesionistas y esclavistas del sur de los
Estados Unidos durante la Guerra Civil] en el Capitolio del estado de Carolina
del Sur en el 2000. Las credenciales reaccionarias de Wilson no están en
duda, y Dowd estuvo correcta en su afirmación de que su exabrupto estaba
rociado de racismo.
Manifestación reaccionaria en Washington exige una
respuesta
El impulso para transformar la indignación legítima sobre el
desempleo, las ejecuciones hipotecarias y los rescates bancarios de la actual
crisis económica en una reacción racista contra Obama se
manifestó el 12 de septiembre en una marcha en Washington organizada por
Freedom Works, una organización derechista presidida por el ex líder
de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, Dick
Armey.
Estimaciones precisas de la participación son difíciles de obtener;
los medios de comunicación han estimado desde cientos, a miles, hasta
decenas de miles de personas. Algunos/as conservadores como la ex comentarista
de Fox News Michelle Malkin, se han tenido luego que abochornar por haber
reportado falsamente que millones de personas acudieron a la manifestación
racista.
Oradores y asistentes denunciaron el gasto público y los rescates
bancarios. Obedeciendo a la línea de la industria de seguros de salud,
muchos oradores falsamente arremetieron contra el plan demócrata
pintándolo como si el gobierno fuera a asumir el control de la
atención de la salud. El tono a menudo reflejaba racismo y sexismo cuando
oradores criticaban ferozmente en varias ocasiones al presidente Obama y a la
Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
El mitin es una prueba de que una pequeña, pero ruidosa ala de extrema
derecha se ha organizado para promover su programa reaccionario y bloquear
cualquier posibilidad de reforma. Este movimiento político derechista se
ha sentido alentado por la ausencia de un movimiento de izquierda unido y
fuerte en este país.
El Presidente Obama tuvo un mitin al estilo de su campaña electoral en
Minnesota el mismo día del evento de Washington. Se estima que 15.000
personas asistieron a este mitin que varias veces fue respondido con gritos de
“¡Sí se puede!” por parte de la audiencia.
Asambleas como esta, auspiciadas por el Partido Demócrata, ciertamente son
mejores que un silencio total frente a los furiosos ataques de la derecha, pero
no pueden de ningún modo sustituir la acción militante de las masas
en las calles.
Solamente un movimiento de los/as trabajadores/as empleados/as y
desempleados/as que aboga por un programa de empleos con salarios justos,
“Cuidado de salud de ‘Medicare’ para todos/as”
(Medicare for All), y una moratoria en los despidos, ejecuciones hipotecarias y
evicciones, puede hacer añicos esta reacción racista. La Marcha
Nacional para Empleos del 20 de septiembre y el Campamento de Casetas en
Pittsburgh es un primer paso importante hacia esta dirección.
La reforma del cuidado de salud y la revolución
Los/as revolucionarios/as no se deben intimidar por los exabruptos racistas ni
por las distorsiones de la industria de seguros. Más de 50 millones de
personas que viven dentro de los Estados Unidos no tienen seguro de salud.
Otras 25 millones no tienen suficiente cobertura. Las crisis radicales como
esta del cuidado de salud requieren soluciones radicales.
Los/as revolucionarios/as toman en cuenta la necesidad inmediata de reformas y
la lucha a largo plazo por la revolución cuando formulan demandas al
sistema. Demandas mínimas y máximas son el resultado de este
proceso.
“Medicare for All” es una demanda mínima apropiada en este
período. Es una demanda que corresponde a la consciencia de los/as
trabajadores/as y responde a la crisis del cuidado de salud. Medicare for All
es un sistema de “un único pagador” de seguro nacional de
salud que organiza el financiamiento de los servicios de salud a través de
una sola agencia pública y elimina a las compañías de seguros
privadas como árbitros de quién recibe o no un tratamiento adecuado.
Ha sido propuesto en el Congreso como la ley H.R. 676.
Medicare for All representa una demanda inmediata que arreglaría algunos
de los problemas más evidentes del cuidado de salud, pero lo que los/as
trabajadores/as verdaderamente necesitamos es un sistema humano de cuidado de
salud que elimina totalmente las ansias de ganancias desde el financiamiento
hasta la práctica del servicio.
Esta demanda máxima de la clase trabajadora requiere del socialismo para
que se realice. La medicina socialista, como la que existe en Cuba, es un
sistema financiado y administrado públicamente. Los hospitales y
clínicas son operados democráticamente y los/as médicos/as y
enfermeros/as trabajan como empleados/as públicos/as. La producción
de farmacéuticos y equipo médico son empresas públicas creadas
para cumplir con las necesidades del pueblo.
Medicare for All es lo que se debe exigir ahora. Solo el socialismo puede
responder últimamente a las necesidades de cuidado de salud de los/as
trabajadores/as.
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