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Tras la conmoción en Irán

Por John Catalinotto

La confrontación entre los políticos gobernantes de Irán que ha resultado en manifestaciones en las calles de Teherán no ocurre aisladamente. Está sucediendo en un país que todavía enfrenta sanciones y naves de guerra de Estados Unidos, hostilidades de parte de cada capital imperialista y reportajes venenosos de la prensa capitalista occidental.

Esta confrontación le sigue a los 30 años de intensos esfuerzos por Estados Unidos y otros imperialistas de hacer retroceder la revolución enormemente popular que tuvo lugar en 1979. Esa revolución aunque progresista, no llevó a Irán al socialismo. Pero liberó al país de las garras que los imperialistas y su títere sha tenían sobre un país que ahora tiene 71 millones de habitantes en un área que es tres veces el tamaño de Francia.

Los imperialistas no dicen nada sobre los avances de esta revolución en educación, salud y ciencia. Ellos odian su apoyo a los movimientos revolucionarios en Palestina y el Líbano. Washington ha buscado todo tipo de debilidad o conflicto interno en Irán en un esfuerzo por dividir al liderazgo y revertir la revolución.

Hasta el discurso aparentemente conciliatorio del Presidente Barack Obama en el Cairo, donde admitió la intervención de Estados Unidos en el año 1953 que derrocó al gobierno democrático de Irán reemplazándolo con el sha, estuvo dirigido a apoyar aquellos en el liderazgo de Irán que quieren adecuarse a Estados Unidos en vez de confrontarlo.

En contraposición hostil frente al discurso más suave de Obama están los buques de guerra con jets bombarderos y misiles que regularmente navegan el Golfo alrededor de Irán, amenazando con aniquilar el programa nuclear de Irán. Israel se suma a las amenazas, las cuales son observadas por muchos iraníes por medio de televisiones con señales de satélite que ven las noticias en CNN o reciben noticias de estaciones basadas en California en el idioma Persa.

Elección presidencial: ¿Qué fuerzas?

Según las leyes iraníes, los cuatro candidatos presidenciales tienen que ser hombres religiosos nominados por el Poder Judicial y aprobados por el Parlamento. Por eso todos fueron aceptados por la estructura de poder de la República Islámica y la clase capitalista gobernante.

Los políticos imperialistas y la prensa capitalista han satanizado al Presidente incumbente Mahmoud Ahmadinejad. Al él se le conoce por su apoyo a la causa palestina, por su fuerte defensa del programa nuclear de Irán y por otorgar subsidios a los sectores pobres de la sociedad iraní.

En cuanto a ideología y lucha de clases, los revolucionarios socialistas o comunistas se diferencian claramente de Ahmadinejad en muchos aspectos. Sin embargo, en el conflicto actual él está en el lado antiimperialista.

El candidato más importante de la oposición es Mir Hossein Mousavi, quien fue pri-

mer ministro del 1981 al 1989. Mousavi presidió durante la Guerra Iran-Irak y la ejecución de miles de disidentes políticos, muchos de ellos revolucionarios de izquierda. A pesar de esta historia, Mousavi se presenta ante el pueblo como un reformista, especialmente sobre cuestiones sociales.

Sin embargo, a mitad de la campaña, Mousavi se alineó con el ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, nombrado por la revista Forbes en el 2003, una de las personas más ricas de Irán. Rafsanjani todavía tiene el puesto de presidente de la Asamblea de Expertos, la cual elige a los líderes supremos de Irán.

El nombre Rafsanjani, está asociado a riquezas, corrupción y peor aún – a la privatización económica. El promueve el acomodo entre Irán y Estados Unidos. Para que se dé esta relación, Washington definitivamente exigiría que Irán detenga su apoyo a los movimientos de liberación, como en Palestina y el Líbano.

Bajo otras circunstancias el occidente en el pasado lo ha hecho y podría hacerlo de nuevo: calumniar a ambos políticos; ahora los está alabando.

El grupo Mousavi-Rafsanjani planteó por primera vez la cuestión del presunto fraude, incluso antes de que terminara la votación. Según el primer anuncio oficial, Ahmadinejad ganó las elecciones con un 63 por ciento, mientras que Mousavi recibió un 34 por ciento de los 40 millones de votos.

La aplastante victoria electoral, aunque la oposición la considera demasiado grande para ser creíble, es consistente con encuestas anteriores y con los comicios de 2005. Los encuestadores estadounidenses Ken Ballen y Patrick Doherty escriben que su muestra de un millar de iraníes a través de las 30 provincias indicó una victoria de dos a uno para Ahmadinejad. (Washington Post, 15 de junio) Esta diferencia también se mantuvo entre los azeríes, el segundo grupo étnico más grande de Irán, aunque Mousavi es azerí. La conclusión de los dos encuestadores fue que probablemente ganó Ahmadinejad.

Para el 23 de junio, el Consejo de Guardianes de Irán había aprobado la elección. El Consejo había informado de “irregularidades” en 50 ciudades que podrían implicar hasta 3 millones de votos. Estas discrepancias podrían simplemente involucrar a personas que votaron fuera de su distrito, algo que es permitido en las elecciones iraníes. En cualquier caso, no cambiaría el resultado.

Manifestaciones en Teherán

Para el fin de semana del 20-21 de junio, la cobertura masiva de los medios de comunicación occidentales comenzó a enfatizar sobre una presunta represión de las manifestaciones en Teherán por parte del estado. Estas protestas habían alcanzado proporciones masivas en la semana del 15-20 de junio y se propagaron fuera de los barrios de la elite que son el baluarte de las fuerzas en contra de Ahmadinejad. El tamaño de las protestas ha disminuido.

¿Qué pasó con las manifestaciones en las ciudades del occidente—más recientemente en Londres en contra de la cumbre del G20—donde las tácticas policiales fueron brutales y resultaron en muertes? El gobierno de Perú recientemente llevó a cabo una masacre de manifestantes indígenas. La policía de los EEUU rutinariamente mata a jóvenes africano-americanos/as y latinas/os. Los/as haitianos siguen siendo baleados en Puerto Príncipe por exigir el regreso de su presidente democráticamente electo, quien fue forzado al exilio por agentes estadounidenses.

Sin embargo, los medios de comunicación corporativos nunca enfocan su mirada hostil en estos países de la misma manera con que están haciendo contra el régimen de Irán.

Las manifestaciones reflejan una ira que va más allá de los resultados de las elecciones. Mousavi claramente es más popular entre los/as iraníes más acomodados. Sin embargo, parte de la ira en las calles puede reflejar demandas legítimas para mejorar los derechos de los trabajadores y de la mujer. De los 3,5 millones de estudiantes universitarios en Irán— seis veces lo que era en los tiempos del sha pro-occidental—más del 60 por ciento actualmente son mujeres. (Spiegel Online, 10 de junio) Este es un avance enorme para las mujeres, pero al mismo tiempo hay menos posibilidades para las mujeres de encontrar un trabajo que para los hombres.

Pero la presencia de algunas reivindicaciones legítimas no significa que una lucha va en una dirección progresista. Los políticos capitalistas saben cómo apelar a la insatisfacción de las masas con el fin de lograr su propia agenda. El peligro aquí es que el imperialismo de los EEUU, un poderoso enemigo de la revolución iraní, que puede dañar a Irán tanto económica como militarmente, está haciendo todo lo posible por fomentar y sacar provecho de esta lucha, en nombre de la democracia, por supuesto.


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