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Las potencias del G-20 hablan de reforma mientras obreros/as pierden trabajos

Por Fred Goldstein

Los/as líderes de las grandes potencias imperialistas se reunieron en Pittsburgh en septiembre para hablar sobre cómo proteger el capital. No presentaron ni una propuesta creíble de cómo resolver la crisis de cientos de millones de desempleados/as y sub empleados/as en todo el mundo.

En la cumbre del G-20, países como China, Brasil, India y África del Sur entre otros, lucharon por incrementar la influencia de los pueblos en vías de desarrollo—o sea, la mayoría del mundo que ha sido artificialmente mantenida lejos del desarrollo por la influencia opresiva del colonialismo y el neocolonialismo.

Pero para los países imperialistas, representados por los jefes/as de estado de EEUU, Alemania, Francia, Bretaña, Japón e Italia, entre otros, los temas calientes fueron puntos como los requisitos para el capital de los bancos, el límite de los ingresos de los ejecutivos, la regulación de los mercados financieros, los derivados y demás. Prometieron incluso dejar que los gobiernos revisen sus políticas entre ellos.

Todos estos puntos tienen que ver con poner límites al grado en que los bancos capitalistas y otras instituciones financieras puedan defraudarse entre sí en el futuro, de la forma en que lo hicieron para llegar a la crisis financiera presente. Bancos, corporaciones e inversionistas de todo tipo todavía están tratando de recobrarse de la masiva súper especulación y las tramas fraudulentas de las hipotecas por las cuales se robaban entre si hasta llegar a la crisis financiera. Todas sus agencias reguladoras han sido cómplices en permitir las tramas especulativas.

Los líderes del capital financiero están respirando con alivio porque el sistema capitalista ha escapado de una depresión global. Los G-20 se reunieron en abril de este año y prometieron un billón (millon de millones) de dólares en subsidios gubernamentales para los ricos como un mecanismo para bregar con su crisis.

Ahora se están felicitando entre sí por haber evitado una crisis con la inyección de cantidades masivas de dinero a los bancos y corporaciones para mantenerlos y no permitir que se hundieran en la crisis que éstos mismos habían creado.

Quienes buscan empleos superan el número de trabajos disponibles, seis a uno

El porcentaje de desempleo en la Unión Europea es ahora el más alto en 10 años, 9,5 por ciento, y se espera que continúe subiendo. Este porcentaje se ha mantenido a fuerza del dinero del estímulo gubernamental, el cual se espera que acabe antes de finales de este año.

El desempleo en Alemania se ha mantenido en el 8,3 por ciento debido al programa “efectivo por chatarras” y por las subvenciones del gobierno para evitar que las empresas despidan a los/as trabajadores/as, poniéndoles en cambio en horarios reducidos. Existen programas similares en otros países europeos.

Mientras los/as líderes del G-20 iban camino a sus países, el Departamento de Trabajo de los EEUU publicó una estadística que muestra que el número oficial de personas que buscan trabajo aquí era seis veces el número de ofertas de trabajo—la peor proporción desde que el gobierno comenzó a darle seguimiento en el año 2000.

Esto demuestra que la crisis del sistema capitalista se está profundizando en este período. Durante la última recesión en 2001, el número de personas sin empleo era un poco más del doble del número total de ofertas de trabajo a tiempo completo. A principios de este año, el número de solicitantes había aumentado a cuatro veces el número de puestos de trabajo. Ahora, es de seis a uno.

En un artículo de primera página del 27 de septiembre, el New York Times escribió sobre la falta de voluntad de las empresas para contratar a pesar de que la desaceleración de negocios parece que se está moderando, al menos temporalmente. “Incluso después de que las empresas recuperen una tendencia a ampliar, probablemente no van a contratar empleados/as pronto. Los expertos dicen que tantas empresas han recortado el horario de trabajo para las personas en sus nóminas a la vez que han eliminado a los/as trabajadores/as temporeros/as, que muchas de ellas pueden aumentar la producción simplemente aumentando el volumen de trabajo de los/as empleados/as existentes”.

El Times citó a Heidi Shierholz del Instituto de Política Económica (Economic Policy Institute) diciendo: “Ellos tienen mucha posibilidad de aumentar el trabajo sin tener que contratar una sola persona. Para las personas que no tienen trabajo, no vemos signos positivos al final del túnel”. Las ofertas de empleo se han reducido drásticamente en todos los ámbitos, desde la fabricación hasta la construcción, el comercio al por menor, en el gobierno e incluso en la educación y la salud.

El Times cita el caso de una trabajadora en Chicago, Vicki Redican que ha estado desempleada durante dos años desde que perdió su trabajo con un salario de $75.000 al año como gerente de ventas y mercadeo en una empresa de plásticos. Teniendo un grado universitario, la Sra. Redican al principio buscó otro trabajo gerencial. Más recientemente, ha intentado y fracasado en obtener la posición de cajera en una tienda de comestibles y un puesto como vendedora en una cafetería de Starbucks”.

Hay oficialmente unos 15 millones de desempleados/as. Unos 5 millones han estado sin trabajo durante más de 26 semanas, cifra récord. Además, hay cerca de otros 15 millones que trabajan a tiempo parcial forzosamente o que han abandonado el mercado de trabajo y ya no están buscando empleo. Esto no cuenta el número incalculable que está sobreviviendo con pequeños trabajos diversos.

Dada las condiciones actuales de empleo, está claro que el sistema capitalista no tiene nada qué ofrecer a la clase trabajadora excepto un desempleo enorme y de larga duración—a menos y hasta que los/as trabajadores/as se movilicen para luchar por empleos, lo cual se vio en forma embriónica en Pittsburgh, en la reciente Marcha por Empleos.

Detrás de la crisis capitalista hay principios fundamentales, no irregularidades

La premisa básica del G-20—que la crisis mundial se debió a irregularidades financieras—es falsa hasta la médula. La crisis empezó con un colapso financiero, pero el motivo subyacente es el capitalismo en sí—su sistema de ganancias.

Cuando los expertos en economía de la burguesía hablan entre sí sobre la llamada “recuperación”, todos dicen que no quedarán convencidos hasta que no vean que los gastos de los/as consumidores/as empiecen a crecer lo suficiente para que los/as dueños/as comiencen a invertir sus ganancias de forma masiva. Ninguno de ellos afirmará con seguridad que el capitalismo está verdaderamente en camino a la recuperación.

El argumento que dice que los gastos de los/as consumidores/as sacará al capitalismo del fuego conduciéndolo a un incremento repentino en inversiones y a la restitución de empleos para decenas de millones de trabajadores/as no tiene una base real. Los/as trabajadores/as no están comprando porque no tienen dinero. La creación de un régimen del capitalismo con sueldos bajos se ha profundizado en los últimos 30 años y es el trasfondo de esta crisis actual. Ahora los/as trabajadores/as siguen siendo despedidos/as o sus sueldos siguen siendo disminuidos aún más mientras los dueños tratan de recuperar sus ganancias.

Fábricas, tiendas y agencias gubernamentales están cerrando sus puertas o reduciendo su tamaño por todo el mundo capitalista porque los dueños no pueden producir ganancias al vender sus productos o servicios creados por las/as trabajadores/as. Estos productos y servicios pertenecen al capital, no a los/as trabajadores/as que los crearon. Si los dueños no pueden venderlos obteniendo ganancias, entonces despiden a los/as trabajadores/as. Así, los capitalistas están destruyendo el mercado que necesitan para revivir la producción. Esta es una contradicción creciente que surge de la producción con el fin de obtener ganancias.

Ésta es una contradicción que no pueden superar los dueños. Solamente lo puede vencer el eliminar totalmente el capitalismo. ¿Qué lo puede remplazar? Un sistema en el que los/as trabajadores/as no dependan de ningún dueño que espera obtener ganancias antes de que ellos/as tengan un trabajo; un sistema basado en la planificación de la producción para satisfacer las necesidades humanas, no la codicia individual. Ese sistema es el socialismo.

Goldstein es el autor del libro recientemente publicado, “El capitalismo de sueldos bajos”.


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