EDITORIAL
Cuba, Corea y la belicosidad de EEUU
Cuando se hizo obvio que los países miembros de la Organización de
Estados Americanos (OEA)—menos uno—votarían el 3 de junio a
favor de la readmisión de Cuba, la Canciller de Estados Unidos Hillary
Clinton, representando al país en oposición a la propuesta, se
retiró.
Cuba aplaudió los esfuerzos de los países miembros que finalmente
revirtieron su expulsión de la OEA, acción diseñada por
Washington en 1962 después del fracasado intento de invasión a la
isla. Pero la Habana ha dicho “no, gracias” a la admisión en
la OEA, organización que por cincuenta años ha trabajado a beneficio
de Washington.
La razón que Clinton dio para haberse retirado es que la OEA es una
organización de estados “democráticos” y Cuba no es
democrática.
Este argumento no importa un bledo en la América Latina de hoy. Es de
conocimiento general que Washington ha estado tratando de socavar los gobiernos
democráticamente elegidos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. La razón
es clara: estos gobiernos están luchando por los intereses de sus pueblos
en contra de las corporaciones transnacionales basadas principalmente en
Estados Unidos.
Hay también suficiente historia para hacer desaparecer el argumento sobre
“democracia” de Clinton. He aquí tan sólo un ejemplo: En
1973, un golpe derechista en Chile, liderado por el General Augusto Pinochet
derrocó al gobierno progresista del Presidente Salvador Allende y
comenzó un reinado de terror. Miles de izquierdistas fueron capturados/as
y asesinados/as; otros/as fueron torturados y les hicieron
“desaparecer”. Eventualmente, una amplia gama de fuerzas
políticas denunció los métodos fascistas de Pinochet y su
dictadura.
Sin embargo, la OEA nunca suspendió a Chile.
De hecho, en junio de 1976 el entonces Canciller Henry Kissinger, hizo un viaje
especial a Santiago de Chile para una reunión de la Asamblea General de la
OEA. En una reunión confidencial con Pinochet el 8 de junio, Kissinger le
reafirmó al dictador chileno que aunque el representante de Estados Unidos
tenía que decir algo sobre los “derechos humanos” en su
discurso a la asamblea de la OEA, Pinochet no debería preocuparse.
“El discurso no está dirigido a Chile”, Kissinger le dijo a
Pinochet. “Mis declaraciones y nuestra posición están
diseñadas para permitir decirle al Congreso que estamos negociando con el
gobierno chileno y que por lo tanto el Congreso no tiene necesidad de
actuar”. Si el proyecto de ley que está pendiente en la sala del
Congreso, crítico de Pinochet, fuera derrotado, [Kissinger] prometió,
Chile obtendría aviones de guerra F-5E.
Para asegurarse que Pinochet le entendiera, Kissinger enfatizó,
“Nosotros aplaudimos el derrocamiento del gobierno de inclinación
comunista aquí...No vamos a debilitar vuestra posición”.
Un memorando interno del Departamento de Estado describiendo esta
conversación finalmente fue hecho público en 1998. Kissinger desde
luego no ha sido procesado por ninguno de sus muchos crímenes.
Apenas un día después de la derrota de Washington en la OEA, el
Departamento de Justicia anunció el arresto de un ex empleado del
Departamento de Estado y su esposa bajo cargos de espionaje para Cuba—no
por dinero, sino porque estaban inspirados por los cambios allá.
En su columna del 8 de junio en el diario cubano Granma, Fidel Castro
señaló lo “extraño” del momento de los arrestos,
dado que ahora ambos están jubilados/as, tienen más de setenta
años, y si la acusación en su contra fuera verdad, pudieron haber
sido arrestado/a hace mucho tiempo. Y agregó que “Tal vez
influyó en el arresto no sólo el tremendo revés sufrido en San
Pedro Sula [lugar de la reunión de la OEA], sino también las noticias
de que se estaban produciendo contactos entre los gobiernos de Estados Unidos y
Cuba sobre asuntos importantes de interés común.
Mucha gente esperaba que Washington aliviara su implacable bloqueo contra Cuba
una vez que terminó la Guerra Fría. Pero no fue así. Luego la
elección de Barack Obama como presidente y el regreso del Partido
Demócrata al control del gobierno alentaron nuevas especulaciones de que
Estados Unidos cambiaría su política. Sin embargo, si algo está
empujando a la administración explorar cambios en su relación con
Cuba, es el abrumador apoyo que la isla socialista se ha ganado de los pueblos
del mundo, especialmente en América Latina, África y el Caribe.
Washington está totalmente aislado en su hostilidad contra Cuba.
El ojo de Clinton también está puesto al otro lado del mundo. La
Canciller, en una entrevista el 7 de junio en el programa “Esta
Semana” de la cadena de televisión ABC, emitió nuevas amenazas
contra la República Popular Democrática de Corea, otro país que
ha tomado el camino socialista. Ella dijo que la administración está
buscando maneras de “interceptar” naves marítimas y
aéreas de la RPDC que se sospeche lleven armas o tecnología
nuclear.
Para ponerlo claro, Estados Unidos está buscando la forma de cometer un
acto de guerra contra Corea. Es un acto de guerra detener o apropiarse del
cargamento de otro país.
Clinton también dijo que la administración está buscando una
manera de revertir la decisión hecha por George W. Bush el año pasado
de borrar a la RPDC de la lista de “promotor de terrorismo”.
¿Más belicoso que Bush? Aparentemente sí. Recordemos que el
Partido Demócrata ha presidido durante la mayoría de las guerras del
imperialismo estadounidense en los últimos setenta años.
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