Chrysler: El gran robo automovilístico
Declaración de bancarrota usada para atacar empleos, salarios y pensiones
Por Martha Grevatt
En una atmósfera de miedo e intimidación, l@s trabajadores/as de la
Chrysler representad@s por el sindicato United Auto Workers votaron cuatro a
uno el 29 de abril a favor de aceptar grandes concesiones. La consecuencia de
no votar, se le dijo a l@s trabajadores/as, sería que la
compañía se declararía en bancarrota. Un voto a favor
significaría la seguridad de empleos y protección de las pensiones
por medio de una nueva alianza con la compañía automovilística
italiana Fiat.
Sin embargo, en menos de 24 horas después del recuento de los votos, la
Chrysler les traicionó y presentó su petición de bancarrota bajo
el Artículo 11. El 4 de mayo casi tod@s l@s emplead@s de la Chrysler en
EEUU quedaron despedid@s mientras la cirugía de la bancarrota reforma a la
Chrysler LLC en una más ajustada y cruel “Nueva Chrysler”.
Después de que se les dijo a l@s trabajadores/as que su sacrificio
aseguraría la seguridad de empleo, Chrysler le contó al juez de
bancarrota en Nueva York, Arthur J. González de sus planes de cerrar ochos
de sus plantas para fines del 2010. Ya se sabía de cuatro plantas
programadas a cerrar, pero l@s trabajadores/as en Wisconsin, Michigan, Missouri
y Ohio se sorprendieron al darse cuenta de que sus plantas ahora se consideran
“activos malos” y están a la venta. El 88 por ciento de l@s
trabajadores/as en la planta de Twinsburg en Ohio votó a favor de las
concesiones. No tenían ni idea.
¡L@s trabajadores/as fueron estafad@s!
Las enmiendas en los contratos incluían una carta estipulando que
“Las partes discutieron el estado y los planes de manufactura a largo
plazo para la planta de Twinsburg (TSP). ... La compañía está
comprometida a estudiar estos planes con el deseo de que la TSP permanezca
viable. ...Apreciamos el continuo apoyo de la UAW en la producción de un
plan viable a largo plazo para la TSP”.
Las plantas Sterling Heights Assembly, Kenosha Engine y St. Louis North
Assembly, como la de Twinsburg, estaban cubiertas por una moratoria contra el
cierre de las plantas. Esta moratoria no estaba rescindida en las recientes
modificaciones de los contratos. Mientras la Chrysler agradecía a l@s
emplead@s el 30 de abril por votar a favor del contrato, procedía
rápidamente a destruirlo, con su apetito despertado por el potencial de
romper el contrato producto del proceso de bancarrota. Hasta el momento de este
artículo l@s trabajadores/as esperan que la UAW Internacional desafíe
los cierres anunciados.
Hasta el último momento a l@s miembr@s de la UAW y al público en
general se les hizo creer que la bancarrota podía evitarse. La Chrysler,
la Fiat, la UAW, la Auto Task Force, el Tesoro de los EEUU, el gobierno
canadiense y casi todos los prestamistas que llevan las deudas de Chrysler
supuestamente habían aceptado los planes para una Nueva Chrysler.
Los prestamistas eran el último impedimento, pero al último minuto,
JPMorgan Chase, Morgan Stanley, Citigroup, Goldman Sachs y varios prestamistas
de fondos de alto riesgo (hedge funds) acordaron aceptar el pago en efectivo de
$2,2 mil millones para cancelar la deuda de $6,9 mil millones en
préstamos. Esto es en realidad el doble del valor que los préstamos
tendrían en el mercado, pues actualmente valen sólo 15 centavos por
dólar.
Sin embargo, este acuerdo que duplicaría el valor de sus inversiones, fue
rechazado por tres fondos de alto riesgo, Oppenheimer, Stairway Captil y
Perella Weinberg. La deuda de Chrysler que ellos llevan representa una parte
muy pequeña de su diverso portafolio y probablemente no es más que
unos pocos cientos de millones de dólares.
¿Cómo puede su postura tan recalcitrante, tan repugnante como es,
hacer inevitable la bancarrota? ¿Por qué la Auto Task Force liderada
por los ex banqueros inversionistas Steve Rattner y Ron Bloom no pudo haber
extendido el período de 30 días que inicialmente le dio a la Chrysler
para que desarrollara una reestructuración más agresiva? Pudo haber
insistido en que la Chrysler adoptara la misma postura de “tómelo o
déjelo” que los tres buitres tomaron con la UAW y la Canadian Auto
Workers (CAW, Trabajadores/as de Autos de Canadá).
La CAW entregó $19 por hora en concesiones después de que la Chrysler
amenazara con irse completamente de Canadá.
Sin embargo, el Tesoro en vez de aplicar su poder financiero y político
para suavizar la actitud de la compañía, tomó la misma
línea dura hacia el sindicato. Fue el Tesoro quien dictó una
extensión de la estructura de salario desigual (two-tier) acordada en el
2007, congelando el salario de “nivel de entrada” a $14 la hora
hasta el 2015.
La clase capitalista en su conjunto claramente está en consenso sobre este
último robo de salarios y beneficios de la unión y está
determinada a ver una industria automovilística más pequeña en
los Estados Unidos. Durante meses en Washington y Wall Street se deseaba la
bancarrota, tanto por demócratas como por republican@s.
El propósito declarado de la venta de las ocho plantas es conseguir
capital para pagarle a los grandes bancos y a las compañías de
finanzas. Los bancos, que optaron por descargar una porción de los
préstamos de la Chrysler a tiburones prestamistas como Oppenheimer, han
recibido cerca de $100 mil millones a través del rescate del gobierno.
Pero miles de trabajadores/as quedarán desemplead@s o serán forzad@s
a reubicarse para que JPMorgan Chase y compañía reciban otro par de
miles de millones de dólares.
El propósito de los préstamos era financiar la ronda anterior de
reestructuración que ha reducido aproximadamente en un 50 por ciento la
fuerza laboral de la Chrysler en menos de dos años, dejando sólo a
27.000 trabajadores/as de la UAW en la compañía.
Pero los medios de comunicación corporativos han diseminado historias
acerca del acuerdo tan bueno que la UAW supuestamente obtuvo. Este mito
está siendo construido sobre el 55 por ciento de las acciones en la nueva
compañía que tendrá la Asociación Beneficiaria Voluntaria
de Empleados (ABVE). La ABVE, administrada por la UAW acordó en el 2007
financiar los beneficios médicos de l@s jubilad@s. ¿Significa esto
que la UAW ahora es dueña de una mayoría de acciones en la
compañía con la cual está negociando? ¿Tiene la posibilidad
de controlar la corporación ahora que es accionista votante?
No exactamente. La ABVE será dirigida por un administrador quien nombrara
a sólo un miembro a la junta directiva de la Nueva Chrysler. Tres miembros
serán nombrados por el Tesoro, tres por la Fiat, uno por el gobierno
canadiense y otro por el prestamista, todos los cuales tendrán acciones
más pequeñas en la compañía que la ABVE. Todas las acciones
de la ABVE serán en acciones sin derecho al voto, y a medida que las
inversiones de la Fiat crezcan en la Nueva Chrysler, las de la ABVE
disminuirán.
Lo que los reportajes no mencionan es que la ABVE era ya en si una gran
concesión por parte de l@s trabajadores/as. Lo que motivó a la
Chrysler (y también a la Ford y a la General Motors) instalar el fondo fue
el deseo de eliminar los “costos de herencia”, la compensación
para l@s jubilad@s quienes ya no pueden seguir siendo explotados. Con la ABVE,
las compañías tenían que pagar una cantidad pero quedarían
libres de futuros gastos de herencia. Fue una gran victoria para las
compañías y un juego para la unión. Además, l@s
trabajadores/as en las plantas concedieron muchos beneficios como el de la
subida en el costo de vida y otras compensaciones para cubrir el costo de la
ABVE.
Luego, como una condición para el rescate del año pasado, el Depto.
de Hacienda forzó al sindicato aceptar una segunda concesión. La
mitad de la ABVE tendría ahora que pagarse en acciones de la
compañía. El valor de las acciones puede bajar, poniendo en riesgo
los beneficios de salud que l@s jubilad@s habían ganado al trabajar tantos
años en las líneas de montaje. La ABVE todavía no está
funcionando y ya a l@s jubilad@s les han quitado su seguro dental y de
visión.
L@s miembr@s del sindicato no están recibiendo nada como resultado de este
desfavorable arreglo. Han renunciado al pago por días festivos, a los
descansos durante el día de trabajo, al pago por horas extra de trabajo,
al pago por la subida del costo de vida (COLA por sus siglas en inglés), a
las bonificaciones que en un tiempo fueron a su vez una concesión otorgada
a la empresa en lugar de los aumentos anuales del salario, a los beneficios
para l@s trabajadores/as despedid@s, y otras concesiones más. Éstos
fueron logros que sentaron precedente, ganados a través de décadas de
lucha, y fueron los primeros en estar en la lista de las enormes concesiones en
el contrato original del 2007-2011.
Los cientos de millones de dólares en concesiones representan una
transferencia de riqueza de la clase trabajadora a los capitalistas. A l@s
trabajadores/as de la industria automotriz se les ha prohibido salir en huelga
desde ahora hasta que termine el próximo contrato en septiembre del
2015.
Por todas estas concesiones l@s trabajador@s recibieron la promesa de que la
alianza con la Fiat “pudiera resultar en incrementos de producción
en las operaciones de montaje y de los trenes de súper velocidad de la
compañía” y que no habría “ninguna terminación
de pensiones de emplead@s y jubilad@s representad@s por el sindicato
UAW”. La primera promesa se descompuso con los anuncios más
recientes de los cierres de plantas. La segunda, dirigida a una
preocupación legítima, podría probar ser falsa también si
la compañía quebrada fuera exonerada por el gobierno de hacer pagos
al fondo de pensiones.
En vez de movilizar a l@s miembr@s ordinari@s para protestar este ultraje
cometido contra l@s trabajadores/as, el presidente de la UAW Internacional, Ron
Gettelfinger, se ha hecho un aliado de la compañía, la
administración de Obama, y de los prestamistas. Se da la apariencia de un
frente unido comprometido a la supervivencia de la Chrysler y a que sea
“competitiva”, obstaculizado solamente por unos insignificantes
fondos de riesgo.
Pero de todos modos Gettelfinger no tiene una voz verdadera. Desde que Ronald
Reagan destruyó el sindicato de controladores aéreos, ha habido un
esfuerzo implacable para bajar el costo de la fuerza de trabajo que ha
resultado en el sufrimiento de l@s trabajadores/as y sus comunidades. La
única manera de prevenir más sufrimiento de las masas es con la lucha
de masas.
Los trabajadores/as automotrices deberían estar montando protestas masivas
contra los despidos, los cierres de plantas y las concesiones. Sus aliad@s
naturales, l@s verdader@s accionistas que realmente tienen interés en
estos asuntos, son numeros@s.
Trabajan en compañías de partes de automóviles donde cada semana
se anuncia otra quiebra. Trabajan en el caucho, el acero, el cristal, los
plásticos, en los servicios públicos, construcción, en ventas al
menor, servicios de alimentación y en el gobierno — porque lo que
pasa en la industria automotriz afecta toda la economía. Viven en
comunidades que antes eran vibrantes y que ahora están golpeadas por el
desempleo.
Solamente un movimiento amplio de la clase trabajadora puede detener los
ataques de la empresa capitalista.
Email: [email protected]. Grevatt ha trabajado en Chrysler por 21
años y es miembra de la junta ejecutiva de la Local 122 de UAW en
Twinsburg, Ohio.
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