EDITORIAL
Afganistán y Guernica
LOS HECHOS: La fuerza aérea estadounidense
bombardeó y disparó con poderosas ametralladoras contra aldeas en la
provincia de Farah de Afganistán en la tarde y en la noche del 4 de mayo.
El coronel Greg Julian, portavoz del ejército de EEUU en Kabul así lo
admitió.
Rohul Amin, gobernador de la provincia le dijo al parlamento afgano que
habían matado alrededor de 130 civiles, según Mohammad Naim Farahi,
un miembro del parlamento. Él reportó que los sobrevivientes
enterraron 113 cuerpos, incluyendo muchas mujeres y niños. Más
adelante, más cuerpos fueron sacados de los escombros y algunas de las
víctimas que habían sido llevadas al hospital murieron.
“El gobernador dijo que los aldeanos trajeron dos camiones remolcadores
llenos de partes de cuerpos humanos a su oficina para probar que las muertes
habían ocurrido”, dijo Farahi. “Todas las personas en la
oficina del gobernador lloraban al ver esa escena impactante”.
Ghusuldin Agha, quien vive en el poblado de Granai en el distrito de Bala
Baluk, dijo que el bombardeo comenzó a las 5 P.M. y duró hasta tarde
en la noche. La “gente se apresuraba ir a casa de sus parientes donde
creían que estarían seguras, pero les dispararon en el camino”.
Había partes de cuerpos por todos lados.
Muhammad Jan, agricultor de la localidad, dijo: Las “mujeres y los
niños habían buscado cobertura en huertos y en casas”. Los
bombardeos destruyeron completamente las casas y la gente “todavía
permanece debajo de los escombros. Ahora estoy trabajando con otros aldeanos
intentando excavar los cadáveres”. Según un informe sobre esta
atrocidad en el New York Times del 6 de mayo, los “aldeanos enloquecidos
de dolor recogían los cuerpos destrozados en mantas y estolas y los
ponían en tres camiones. Todavía faltaban personas”.
Jessica Barry, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja,
reportó que entre las muertes estaba la de un voluntario de la Medialuna
Roja Afgana y 13 de sus parientes.
LA MENTIRA: “Tenemos otra información que nos
lleva a conclusiones diametralmente opuestas sobre lo que causó
víctimas civiles”, dijo el comandante estadounidense en
Afganistán, el general David D. McKiernan quien acaba de ser despedido por
el presidente Obama.
Funcionarios del Departamento de la Defensa de los EEUU quienes no permitieron
que sus nombres fueran divulgados, dijeron que habían investigadores
mirando informes que decían que las personas afganas murieron por granadas
lanzadas a los civiles por militantes del Talibán, y que los militantes
después trasladaron los cuerpos alrededor de la aldea diciendo que los
muertos eran víctimas de un ataque estadounidense.
“No podemos confirmar el informe de que el Talibán ejecutó a
esta gente. ... No sabemos si es verdad y tampoco sabemos cuántos civiles
murieron como resultado de esta operación”, dijo el capitán
John Kirby, portavoz de la Junta de Jefes del Estado Mayor del
Pentágono.
LA GRAN MENTIRA: La ciudad de Guernica, un símbolo
histórico de la nación vasca, fue atacada por alemanes nazis y
bombarderos italianos fascistas el 26 de abril de 1937, durante la guerra civil
española, matando a 1.600 civiles. Los nazis alemanes apoyaban a los
fascistas españoles que estaban conducidos por el general Francisco
Franco. El artista mundialmente famoso Pablo Picasso representó esa
masacre en su pintura “Guernica”, que ha mantenido la atrocidad
fascista en la memoria de la gente.
Adolfo Hitler, el dictador nazi alemán, era muy conocido por el uso de las
“Grandes Mentiras”, una represión fascista y brutal de la
verdad. Franco, quien copió esta táctica, le echó la culpa de
las muertes en Guernica a los vascos anti-fascistas y reprimió hasta su
muerte en 1975, la verdad sobre la responsabilidad de los alemanes.
Hitler y el fascismo nacieron en un tiempo de crisis capitalista y de
decadencia en las relaciones económicas. Entonces y ahora la realidad es
un sistema capitalista decadente acompañado de un militarismo en
expansión. Esta vez la gente está más interconectada globalmente
y es más difícil cubrir los crímenes monstruosos y las mentiras
flagrantes del Pentágono.
El problema está en cómo detenerlos. Es posible, y la lucha de los
pueblos a nivel mundial para derrocar el complejo militar de los EEUU debe
ocurrir aquí en las mismas entrañas del monstruo.
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