Obama—Un análisis
Por Larry Holmes
Barack Obama será el candidato presidencial del Partido Demócrata y
también hay la posibilidad de que sea el primer presidente negro de los
EEUU.
Aun para quienes en los EEUU y en el resto del mundo vemos correctamente como
una negación de la democracia tanto al sistema capitalista sumido en una
crisis, como a los partidos políticos y sus falsas elecciones (por lo
menos desde el punto de vista de los/as trabajadores/as y los/as oprimidos/as
en el mundo), es imposible no aceptar que la posibilidad de que se elija a un
presidente negro en los EEUU, el centro del imperialismo y el racismo en el
mundo, es un evento histórico.
Hace sólo ocho meses, la mayor parte de la gente pensaba que nunca
verían a un político negro acercarse a la presidencia de los EEUU. No
es sorprendente entonces que la mayoría del pueblo afroamericano en EEUU
apoye la campaña de Obama.
Es sorprendente y revelador que tanta gente blanca también apoye a Obama.
La gran pregunta es si este apoyo blanco se mantendrá fuerte. El Senador
John McCain y otros tratarán de destruirlo con una tenaz campaña
racista.
Aun siendo el voto de estas decenas de millones de blancos/as por Obama
frágil y hasta contradictorio, es esperanzador para cualquier progresista
familiarizado/a con la profundidad y prevalencia del racismo en los EEUU, que
hayan votado por una persona negra llamada Barack Hussein Obama, en las
primarias y asambleas del Partido Demócrata.
Obama no es un revolucionario y no representa ninguna amenaza para el sistema
capitalista. Pero relativamente hablando, es difícil imaginar una
señal más dramática de que la gente en EEUU quiere romper con el
clima político reaccionario, guerrerista, racista y xenofóbico que ha
perdurado desde siempre y especialmente después del 11 de septiembre.
Obama es popular porque la gente quiere que termine la guerra en Irak y hay una
creencia de que Obama pueda hacerlo. En cuanto al avance de los intereses
imperialistas de los EEUU concierne, no hay diferencias importantes entre
Rodham Clinton y Obama (o McCain en todo caso).
Todos han prometido también intensificar la guerra en Afganistán y
Pakistán, atacar a Irán “si es necesario”, apoyar a
Israel al máximo, y continuar el bloqueo contra Cuba.
Carácter de clase de
la campaña de Obama
Las masas no lanzaron la campaña presidencial de Obama: una parte de
la clase gobernante y sus operativos políticos lo hizo. Algunos en esta
clase gobernante respaldaron a Obama simplemente para avanzar sus batallas
contra los Clinton dentro del Partido Demócrata. Y sí, algunos de los
que se opusieron a Clinton son clara y sencillamente misóginos.
Pero otras fuerzas en la clase gobernante de los EEUU se han unido a Obama
porque lo ven mejor preparado que Clinton o McCain para entrarle a la crisis
central del imperialismo estadounidense. Quieren encontrar una forma de detener
el rápido deterioro de su posición como el poder económico y
militar dominante.
El debate de política exterior entre los candidatos parece haberse
reducido a si el imperialismo de EEUU debe hablar con sus enemigos, con Obama
proponiendo el diálogo en lugar de (o además de) la política de
guerra.
Fundamentalmente es un debate ficticio. La diplomacia o el diálogo es tan
sólo otra arma que cada gobierno imperialista usa para avanzar sus
intereses. Los imperialistas hablan un día y bombardean el siguiente.
Desde la perspectiva de una estrategia amplia, sin embargo, hay algo en este
debate.
Para Obama y sus aliados de la clase gobernante, la llamada política
neoconservadora que se basa en la fuerza militar del imperialismo
estadounidense para recolonizar el Medio Oriente y dominar el mundo, ha sido
una completa catástrofe, dejando al poder del imperialismo estadounidense
en ruinas.
Obama y sus aliados quieren intentar un abordaje diferente. Obama está
más en sintonía con el nuevo orden transnacional capitalista creado
por la globalización imperial.
Para revertir la erosión de la posición mundial del imperialismo
estadounidense, Obama quiere dejar de apoyarse únicamente en la fuerza
militar, y ponerle una cara más amistosa al imperialismo estadounidense
para reforzar la capacidad de competir económicamente con China, India,
Europa, América Latina, etc.
La contradicción es que los problemas del sistema capitalista son tantos y
tan graves que Obama, con nuevas ideas y todo, no los puede resolver.
El casi total colapso del sistema bancario mundial en marzo anterior, salvado
sólo por la masiva intervención de la Reserva Federal de los EEUU, no
fue el fin de la crisis crediticia capitalista. Es el inicio de una nueva
crisis sistémica del capitalismo mundial que posiblemente será
más grande y violenta que la Gran Depresión de los 30. La única
pregunta es la velocidad con que la crisis se desarrollará y los eventos
que afectarán su curso.
El imperialismo estadounidense está estancado en por lo menos dos guerras
que no puede ni ganar ni abandonar, con una posibilidad de guerra contra
Irán antes de las elecciones del otoño (noviembre). y ahora
también en una confrontación con Rusia.
Para los/as trabajadores/as, las cosas sólo empeoran. La tasa de
pérdidas de casas y empleos va en aumento, únicamente sobrepasada por
el aumento del precio de los combustibles y alimentos.
Muchos se preocupan de que el racismo vaya a tumbar la candidatura de Obama.
Otros se preocupan de que balas racistas maten a Obama. Ambas son cosas serias
de las que hay que preocuparse.
El problema más frustrante puede ser que, como Obama es cautivo del
horrible sistema que busca servir como presidente, no puede defenderse. Los
ataques ya han sido terribles y puede ser que hasta noviembre será llamado
traidor, terrorista y una amenaza para la cultura Occidental, la
civilización, la Cristiandad, los valores “americanos” y peor
aún.
Y si Obama quiere ganar la elección, va a tener que aguantar y
sonreír porque lo que necesita no es la aprobación de las masas sino
la de la clase gobernante capitalista para llegar a la Casa Blanca. La
campaña presidencial es simplemente una audiencia ante ellos.
No hay ninguna razón lógica para justificar los cuestionamientos que
la clase gobernante de los EEUU hace a la lealtad de Obama. Sin embargo, la
clase gobernante de los EEUU no es lógica; es profundamente suspicaz y
paranoide, como se puede esperar de una clase explotadora/opresora
profundamente reaccionaria y racista, que ha construido un imperio a
través de la esclavitud, el colonialismo, la guerra, el robo y la
represión. La clase gobernante es sumamente consciente delo que ha hecho y
continúa haciendo a los/as negros/as. El racismo está vivo y
coleando, pero Obama debe pretender que es algo del pasado.
Relación con Obama de
los movimientos de clase
trabajadora, liberación negra
y antiimperialistas
Supongamos que Obama es elegido presidente. Uno de los primeros temas para
el próximo presidente sería presidir recortes masivos en programas
sociales como Medicare, Medicaid, educación y Seguro Social.
Es más, estos recortes se llevarían a cabo al mismo tiempo en que
los/as trabajadores/as están siendo golpeados/as y ensangrentados/as por
una crisis económica que se profundiza cada vez más.
Esto nos lleva a la pregunta de la relación entre los movimientos de la
clase trabajadora y los antiimperialistas, de todas las fuerzas progresistas
(especialmente de aquéllos/as que están trabajando para reconstruir
un movimiento centrado en la clase trabajadora, antiimperialista y pro
liberación negra, en los EEUU) y el fenómeno Obama.
En el movimiento amplio, claramente no nos podemos dejar llevar por nuestras
críticas y denuncias de Obama, cuando el apoyo masivo para él es
esencialmente de fuerzas progresistas y la oposición es sobre todo de tipo
racista y reaccionaria. Tampoco podemos darnos el lujo de engañarnos por
la naturaleza de clase de Obama, ni por las otras contradicciones.
Las contradicciones también hacen difícil si no inútil para
los/as revolucionarios/as trabajar dentro de su campaña como vehículo
para avanzar las exigencias progresistas. Obama no siente presión del
movimiento de las masas. La presión a la que es sensible viene de la clase
gobernante.
Haciendo una comparación histórica, las dos campañas de Jesse
Jackson para la nominación presidencial demócrata en los 80s estaban
llenas de contradicciones también. La diferencia, sin embargo, es que las
campañas de Jackson vinieron desde abajo y por lo tanto, estaban influidas
por la presión de las masas. Este no es el caso de la campaña de
Obama. Por lo menos no hasta el momento.
De hecho, la única forma en que los/as progresistas pueden defender a
Obama contra el racismo y la reacción, si llega a ser necesario, es
situándose fuera de, e independientes de su campaña y del Partido
Demócrata.
Dependerá de los/as activistas negros/as el tomar el liderazgo y explicar
las contradicciones de Obama, y cuestionarlas. Si alguna vez ha habido un
momento para las fuerzas negras progresistas y revolucionarias de forjar
algún tipo de unidad estratégica, el momento es ahora.
Es posible que la candidatura presidencial independiente de la ex congresista
Cynthia McKinney pueda servir como uno de los polos de unidad. Está claro
que para todos/as aquellos/as en la izquierda que se dan cuenta de que la
crisis galopante del imperialismo va a producir un resurgimiento de las luchas
de la clase trabajadora más pronto de lo que creen muchos, y radicalizar a
más y más trabajadores/as, aumentando nuestras filas, la necesidad de
nutrir organizaciones centradas en la clase trabajadora, antiimperialistas,
independientes de los partidos políticos de las clases gobernantes,
basadas en la lucha, es mucho más que esencial. Es urgente.
Más que nunca, los/as trabajadores/as están empezando a ver las
guerras imperialistas en Irak y Afganistán como factores agravantes
importantes que profundizan la crisis económica, y están en lo
cierto.
La crisis de guerra junto a la crisis económica están dándonos
las bases para la próxima fase de la lucha contra la guerra. La
próxima fase del movimiento contra la guerra, si los/as militantes de la
clase trabajadora prevalecen, estará centrada en un resurgimiento de la
lucha de la clase trabajadora.
Las hermanas y hermanos del Sindicato Internacional de Estibadores nos dieron
una primicia del potencial de esta próxima fase, cuando miles de ellos/as
cerraron los muelles en toda la costa oeste de los EEUU el 1º de mayo para
protestar contra la guerra.
El autor es dirigente del Partido Workers World/Mundo Obrero y miembro de su Secretariado Nacional. www.workers.org
Traducido por Carlos Morales-Mateluna
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