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Otro regalo del Congreso y la Casa Blanca para los ricos

Desemplead@s y pobres son ignorad@s en el plan de estímulo

Por Gary Wilson

El plan “de estímulo económico” acordado por l@s demócratas en el Congreso y por la Casa Blanca de Bush, es otro regalo para los ricos.

Hay sólo un mini pago de entre $300 y $600 para quienes estén emplead@s. Esa no es una cantidad significativa si se considera que el alquiler promedio de un apartamento en Estados Unidos es de $1027 al mes. (Business Week, 17 de enero)

Si usted no tiene trabajo, no recibirá pago; se requiere un ingreso mínimo anual de $6000 para obtener tal pago. L@s desemplead@s ni siquiera reciben una extensión de beneficios por desempleo, que generalmente agregan 16 semanas más de pagos o cupones de alimentos. Agregando esos beneficios al plan, hubiera puesto miles de dólares en los bolsillos de la gente que más lo necesita.

A diferencia de este reembolso de una sola vez, el cual no se dará por varios meses, una extensión de los beneficios por desempleo y un aumento en los cupones de alimentos sí pondría dinero en la economía inmediatamente. El plan original propuesto por la Cámara de Representantes incluía una extensión en los beneficios por desempleo y un aumento en los fondos para cupones de alimentos para los 35 millones de hogares de bajo ingreso que fuesen elegibles para los pagos. En una declaración que desafía la lógica, la demócrata Nancy Pelosi afirmó que los demócratas estuvieron de acuerdo con Bush en eliminar esos beneficios del plan original para poder ayudar a la “clase media”. (New York Times, 24 de enero)

El plan de “estímulo” incluye además más de $50 mil millones de dólares en rebajas de impuestos para los negocios.

El pago mini y la rebaja de impuestos para las empresas han recibido la mayor parte de la publicidad. Pero ninguno de estos es en realidad el punto más importante en el paquete. Lo más significativo es el rescate de los bancos y de las compañías hipotecarias y la garantía de préstamos inmobiliarios para los ricos.

Los detalles de esta parte del plan no se encuentran ni en las declaraciones de la Casa Blanca ni en el resumen del plan detallado por los demócratas; la realidad del plan se encuentra en las páginas financieras de la prensa.

“El plan trata de hacer más fácil el asegurar o refinanciar las hipotecas de las viviendas más caras. Primero permitiría a las agencias Fannie Mae y Freddie Mac comprar préstamos de hasta $729.750 por el período de un año. El límite actual es de $417.000. El paquete similarmente incrementaría el límite de $362.790 en préstamos asegurados por la Administración Federal de Viviendas, mientras facilita la cualificación de los prestatarios,” reportó el noticiero USA Today en su sección de economía el 24 de enero.

El reporte añade que el plan también traslada el “riesgo” de los financiamientos de los préstamos más caros hacia l@s trabajador@s, cuyos impuestos se utilizarán ahora para asegurar los préstamos de las propiedades más caras.

El plan fue falsamente llamado un estímulo para que pasara rápidamente por el Congreso sin más revisiones. Pero ¿es realmente posible que cualquier plan pueda estimular y poner un alto a la decreciente espiral económica?

Peligros del estímulo militar

El ciclo capitalista actual comenzó su ascenso después de la caída en la bolsa de valores de 2002, conocida frecuentemente como la ruptura de la burbuja del Internet. EEUU estaba en una recesión; la economía estaba estancada sin ninguna salida a la vista. El reforzamiento militar masivo que comenzó entonces, con un valor estimado en más de $2 millones de millones durante los últimos cinco años, fue un estímulo enorme.

Pero un estímulo militar no es igual a la producción capitalista normal. La expansión militar de ninguna manera garantiza una recuperación económica con empleo pleno. De hecho, su expansión puede resultar en una profundización de la crisis y efectivamente, puede ser deprimente para la economía.

El alza capitalista cíclica que comenzó después de la caída del 2002, ha sido una de las recuperaciones más débiles en la historia. Con frecuencia se ha descrito como la recuperación sin trabajos, lo cual significa que mientras los ricos recuperaron las ganancias, no hubo un aumento en empleos que de ordinario acompaña una economía en alza. La tasa de desempleo no aumentó pero tampoco hubo un aumento de trabajos como de ordinario ocurre en una recuperación.

Ahora la tasa de desempleo está comenzando a subir. La cifra oficial, que deliberadamente subestima los niveles de desempleo, en diciembre mostró un incremento significativo de un 5 por ciento.

“Un alza de tal magnitud (0,3 por ciento en diciembre)”, dice el Instituto de Política Económica, “históricamente ha sido un síntoma o una señal de que se está aproximando una recesión. Además, el incremento en el desempleo no estuvo aislado en un sólo sector –el nivel de desempleo subió notablemente en todos los grupos demográficos”. (www.epi.org)

En una recesión, lo primero que ocurre es que la gente pierde su trabajo; el ejército de reserva de trabajador@s desemplead@s aumenta. La duración y la profundidad de la recesión determinan la severidad del desempleo, el aumento de personas sin techo y la pérdida de comida.

Para la clase trabajadora –la parte de la población que sufre más los efectos de una recesión– lo más importante es tener un trabajo. Para los capitalistas, la única cuestión son las ganancias. Los planes del gobierno para dar un “estímulo” a la economía tienen la meta de restaurar las ganancias.

Para cualquier persona que no sea rica, lo que se necesita es un plan de rescate –la garantía de un empleo, no desahucios o ejecuciones hipotecarias, y suficiente comida. Cualquier plan que no se enfoque en trabajos, viviendas y comida no está respondiendo a la verdadera crisis.

Crisis de sobreproducción

Una recesión es el resultado generalmente de lo que Carlos Marx llamó una crisis capitalista de sobreproducción. La sobreproducción capitalista no está bien entendida, en parte porque los capitalistas quieren ocultar las causas de las recesiones y la miseria que conllevan.

Una crisis de sobreproducción ocurre cuando los capitalistas, en su búsqueda por más ganancias, tratan de conseguir una posición ventajosa en el mercado bajando el costo de producción de cada artículo. Esto se hace más frecuentemente introduciendo tecnologías avanzadas que economizan el trabajo haciendo que se puedan fabricar más productos al mismo o más bajo costo. Los capitalistas están forzados a acumular constantemente nuevas maquinarias y nuevas tecnologías para poder competir con otros capitalistas.

Cada capitalista trata de superar a los otros revolucionando los medios de producción y bajando el precio de cada producto — ya sean computadoras, ropa, o maíz. Pero eventualmente la tecnología se hace la norma y muchos productos más son producidos por menos trabajador@s. Esta crisis de sobreproducción entonces se revela como la inhabilidad de vender a una tasa aceptable de ganancias, todo lo que ha sido producido. Esto va seguido de bancarrotas, despidos, y cierre de fábricas.

Marx demostró que todo valor nuevo surge de la aplicación directa de la fuerza de trabajo en el proceso de producción. A diferencia de las materias primas, equipo y fábrica, la fuerza de trabajo es la única mercancía que, en el transcurso de ser utilizada en el proceso de producción, crea el nuevo valor.

Este carácter dual de la fuerza de trabajo—que l@s trabajador@s solo reciben los sueldos suficientes para sostenerles como clase, mientras producen mucho más que eso en valor nuevo—es la base de la explotación y de las inmensas ganancias que usurpan los capitalistas.

Marx también explicó el porqué la tasa de ganancias cae mientras la proporción de inversión en maquinarias y tecnología—que Marx llama capital constante—sigue subiendo en relación a los sueldos, o capital variable. El capital variable es la fuente de las ganancias, pero se hace una parte mínima de la inversión total.

La sobreproducción de capital, para Marx, es la sobre-acumulación de capital constante.

Cuando la sobre-acumulación se enraíza y caen las tasas de ganancias, los capitalistas empiezan a mover los fondos de inversión a su disposición, de la maquinaria, la tecnología y la mano de obra, hacia bienes financieros. Eventualmente habrá una escasez de mercados provechosos para inversiones financieras.

Cuando eso sucede, los inversionistas capitalistas frecuentemente compiten para subir los precios de varios bienes sociales sin incrementar la verdadera riqueza de la sociedad o expandir la productividad. La crisis de los préstamos e hipotecas que tienen una tasa de interés que sube sin control es precisamente tal esquema, agravado por créditos fáciles.

La depresión económica que ahora está ocurriendo no puede ser prevenida por actos del Congreso. Aparte de acabar con el capitalismo, no hay otro medio de impedir tales desastres económicos. Pero Marx sí mostró que l@s trabajador@s, a través de la lucha, pueden disminuir el impacto devastador de tales crisis sobre su vida y lograr también la consciencia y organización para empezar a desafiar al sistema en sí mismo.


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