EDITORIAL
China y el estímulo
China se ha vuelto vulnerable a las tendencias del sistema capitalista mundial
desde que permitió que coexistieran los mecanismos del mercado al lado de
las empresas estatales. Eso pareció muy deseable cuando las economías
del mundo capitalista estuvieron expandiéndose rápidamente. China
sostuvo una expansión económica de dos dígitos año tras
año. Permitiendo las inversiones en compañías que exportaban
todo desde electrodomésticos hasta ropa, China se convirtió en la
cuarta economía más grande del mundo. También sostuvo un balance
tan favorable de intercambio mercantil con los EEUU que hoy China tiene $1,2
billones en reservas de su moneda.
Ahora que el mercado para los productos exportados por China está en
declive, China está experimentando quiebras y enormes pérdidas de
empleos — igual que los países capitalistas. El crecimiento
económico de China ha disminuido rápidamente, cayendo de 12,6 por
ciento en el segundo cuatrimestre del 2007, a cerca del 9 por ciento en el
tercer cuatrimestre de este año.
Sin embargo, China es diferente porque experimentó una gran
revolución contra la opresión de los terratenientes y contra la
dominación imperialista que resultó en los esfuerzos de las masas por
construir el socialismo. Aunque el retroceso hacia el mercado comenzó ya
hace 30 años, el papel del estado en la economía es todavía una
fuerza importante. Y el estado, a diferencia de tantos en el mundo hoy en
día, todavía tiene mucho dinero disponible.
Así que no sorprende el que China haya ofrecido un plan de estímulo
para su economía que es muy, muy diferente al de los de Estados Unidos y
Europa. No está regalando miles de millones de dólares para ayudar a
los bancos y a las compañías aseguradoras.
En cambio, bajo su plan, China gastará $586 miles de millones en los
próximos dos años “para financiar programas en diez áreas
importantes tales como viviendas a bajo costo, infraestructura rural, agua,
electricidad, transporte, medio ambiente, innovación tecnológica y en
reconstrucción luego de varios desastres naturales, como lo fue el
terremoto del 12 de mayo.” (Xinhua, 10 de noviembre)
L@s ecologistas en China ven esta época como ideal para aumentar los
esfuerzos para reducir las emisiones de gas que producen los efectos de
invernadero. Algunos de los miles de millones de dólares estarán
dirigidos a desarrollar el transporte público — especialmente los
trenes y los subterráneos.
La Asociación Americana de Ingenieros Civiles estimó en marzo que
Estados Unidos necesita $1,6 billones en los próximos cinco años para
restaurar la infraestructura deteriorada de este país, incluyendo la
reparación de carreteras, puentes, sistemas de agua potable, parques
públicos, trenes y la red de energía eléctrica. El presupuesto
que debate el Congreso este año cubre menos de una quinta parte de lo que
se necesita.
Si China puede construir viviendas públicas y trenes subterráneos, y
puede poner al día su sistema eléctrico, ¿por qué no lo
puede hacer Estados Unidos? Millones de empleos podrían ser creados para
parcialmente compensar por la crisis de desempleo que se avecina. Pero
requerirá un movimiento masivo y militante para forzar este sistema
político dirigido por los bancos, a que cambie sus prioridades aunque sea
por un sólo centavo.
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