Lucha del pueblo colombiano, ejemplo de resistencia
Por Berta Joubert-Ceci
Compañeras y compañeros,
El compañero Sam Marcy, fundador del Partido Workers World/Mundo Obrero,
escribió un artículo en el 1983 durante la primera campaña
electoral de Jesse Jackson para la presidencia de los EEUU sobre el derecho a
la autodeterminación y la lucha de clases. Yo quisiera citar un segmento.
Marcy escribió: “En los tiempos de Marx tal y como aparece en el
Manifiesto Comunista, la consigna era ‘trabajadores del mundo,
uníos’. A esta consigna Lenin le añadió ‘los
oprimidos’. De modo que ahora es “¡Trabajadores/as y
oprimidos/as del mundo, uníos!””
Esto introdujo una diferencia fundamental en la tarea de acercamiento a los
pueblos oprimidos en el exterior, pero también, y no menos importante, al
pueblo súper explotado y oprimido de aquí en las colonias internas.
Aunque ya han pasado muchas décadas desde la formulación de Lenin,
ahora más que nunca se necesita su correcta aplicación puesto que la
agresión del capitalismo monopólico se hace más peligrosa y
amenazante cada día que pasa. (WW/MO 8 de diciembre de 1983)
Luego de 25 años, la globalización neoliberal ha hecho que esta
formulación se torne más relevante y urgente. Y aunque se aplica a
toda la clase trabajadora y pueblos oprimidos del planeta, yo quisiera
relacionarlo con los pueblos y las luchas en América Latina y el Caribe.
[Nota de la redacción: Joubert-Ceci habló brevemente de las muchas
luchas en la región, enfocándose luego en Colombia].
La victoria de Obama fue celebrada a través del mundo y también en
las Américas. En Colombia, por ejemplo, que tiene la segunda
población más grande de afrodescendientes en Latinoamérica
después Brasil, había caravanas de coches que sonaban las bocinas y
la gente bailaba al igual que se hacía en mi vecindario en Filadelfia.
En ninguna parte de Latinoamérica y el Caribe han estado las masas
luchando más feroz y firmemente que en Colombia. Las mujeres, la juventud,
las/os defensoras/es de los derechos humanos y las/os sindicalistas
desafían las fuerzas criminales y represivas del régimen fascista del
presidente Álvaro Uribe-su policía, su ejército y sus
paramilitares.
Colombia es ahora el centro del imperialismo de los EEUU en la región, el
Israel de Latinoamérica. Colombia es la esperanza del Pentágono y de
la clase dominante para minar los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia
y Ecuador. Es la esperanza de las corporaciones estadounidenses para continuar
extrayendo enormes ganancias y recursos naturales del pueblo colombiano,
particularmente a través del Tratado de Libre Comercio.
Pero dos recientes luchas que aún están en curso, frente a una crisis
financiera severa en ese país, le han hecho muy difícil la tarea de
seguir con sus negocios como de costumbre al gobierno paramilitar de Uribe y a
varias de las corporaciones de los EEUU. Y lo que es más crucial es que
estas luchas están siendo libradas por los dos sectores de la sociedad
colombiana que han sido los más excluidos y explotados: los pueblos
afrocolombiano e indígena.
El pasado mes de septiembre, cuando la tentativa de negociar con las
compañías falló, 12.500 cortadores de caña de azúcar
se fueron en huelga en el sudoeste del país. Trabajan en ocho
refinerías de azúcar que producen azúcar y etanol para el
beneficio de la oligarquía colombiana y de las compañías
estadounidenses Cargill y Exxon Mobil. La gran mayoría de los cortadores
de caña (conocidos como “corteros”) son de descendencia
africana. Su existencia en esta industria altamente subvencionada es, como dijo
un trabajador, “como esclavos, lo único que ya no tenemos
cadenas.”
Los corteros trabajan duramente cortando caña por 12-16 horas al día
para recibir un pago mensual de $150 a $300. De los 12.500 trabajadores,
solamente 485 son empleados directos. Unos 9.500 están subcontratados a
través de las infames Cooperativas de Trabajo Asociado. Las CTAs no son
sino un esfuerzo para minar y substituir los sindicatos y explotar aún
más las/os trabajadoras/es colombianas/os.
Bajo una CTA el/la trabajador/a es un/a “socio/a” de la
compañía, no un/a trabajador/a, y tiene que pagar su cuidado
médico y no tiene ningún beneficio, ni vacaciones, nada. Tienen
incluso tiene que proveerse su propio transporte y herramientas para cosechar
la caña de azúcar.
Hay 10.000 CTAs en diversas industrias a través del país. Terminar
con estas “cooperativas” ha sido una de las demandas de los
corteros. También exigieron pago de domingos y días festivos,
contrato directo de trabajo, estabilidad de empleo, cuidado médico,
educación y vivienda.
Ahora, después de 56 días en huelga, después de la
intimidación por los paramilitares al servicio de las compañías,
después del uso de la policía para despejar los trabajadores en
huelga de los trapiches, después de la detención de varios
líderes y de incluso los ayudantes de un senador progresista que
apoyó la huelga, los trabajadores en siete de las ocho refinerías han
logrado acuerdos con la compañía y finalizaron la huelga.
No todas sus demandas fueron resueltas, pero como dijo Adolfo Tigreros,
consultor de uno de los sindicatos: “El logro más importante fue
poner las CTA en el ojo público, de modo que [la gente] se de cuenta que
son un modelo para minar los derechos laborales y los sindicatos en
Colombia.”
Durante la huelga y la movilización, los corteros recibieron gran
solidaridad de sindicatos, organizaciones sociales y del pueblo indígena
que conducía un “minga,” un encuentro y protesta
pacífica. Desde el 12 de octubre, pueblos indígenas de Colombia
comenzaron una valiente caminata a través de las mismas regiones donde los
corteros se encontraban en huelga, en el sudoeste.
Caminaron centenares de kilómetros para intentar reunirse y confrontar al
presidente Uribe con sus demandas: No al TLC con los EEUU; reforma agraria; fin
al terrorismo del estado contra el pueblo indígena y los/as líderes
sindicales y sociales. La agenda no es sólo para el pueblo indígena,
es la agenda del pueblo.
Tres veces intentaron “caminar la palabra”, largas caminatas a
través de la región al sudoeste. La primera vez, la policía
mató a tres personas e hirió docenas en una confrontación.
Cuando las/os caminantes- más de 30.000 indígenas y sus partidarios
llegaron a Cali para reunirse con Uribe, esperaron tres horas. Después de
esperar vanamente, se fueron.
Uribe finalmente llegó, pero para entonces había solamente sólo
cerca de doscientas personas. Uribe les llamó terroristas.
Las/os caminantes intentaron otra vez reunirse con él en La María.
Uribe hizo promesas vacías, ninguna devolución de tierras, nada.
Ahora las/os indígenas están caminando otra vez; esta vez a
Bogotá. Esperan llegar allí el viernes 21 de noviembre.
Éstas han sido no sólo caminatas largas, sino que también han
sido esfuerzos por organizar y unirse con los diversos movimientos sociales. El
pueblo indígena ha demostrado gran solidaridad con los corteros y ha
incluido las demandas de los corteros en sus demandas. Llaman a este movimiento
una Minga de la Resistencia Social y Comunitaria.
El gobierno de Uribe está siendo expuesto por el pueblo en Colombia y por
la comunidad internacional como uno que tiene nexos cercanos a los
paramilitares, al tráfico de droga, a las muchas masacres y asesinatos de
indígenas, afrocolombianos/as, líderes campesinos/as, sindicales y
sociales.
Un informe reciente de Amnistía Internacional dice que bajo Uribe en el
año 2007, fueron asesinados 1.400 civiles y 305.000 fueron desplazados,
más que en 2006. Hasta ahora, en este año, han asesinado a 45
líderes sindicales. El año pasado 39 fueron asesinados/as.
La lucha del pueblo colombiano es nuestra lucha. En esta época de
globalización, la consigna, “la lucha de los/as trabajadores/as no
tiene fronteras,” está más vigente que nunca.
Digamos, como dicen en Puerto Rico, “que la crisis la paguen los
ricos”. Eso es lo que están haciendo los/as trabajadores/as y
oprimidos/as en Colombia.
Absorbamos aquí, en el corazón del imperialismo, las lecciones de la
lucha de nuestros/as hermanos y hermanas al sur del Río Grande.
Unámonos y luchemos juntos y juntas contra este régimen opresivo de
explotación.
¡Trabajadoras y trabajadores y oprimidas y oprimidos del mundo,
unámonos! ν
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