Se amplía la escisión entre Bush y los generales
Por Fred Goldstein
Desde Irak hasta la Costa del Golfo, la
administración de Bush está a la defensiva, recibiendo ataques por
todos los lados. La tenaz resistencia iraquí ha causado una
escisión entre Bush y los altos comandos del ejército.
El
periódico Los Angeles Times reportó el 1 de octubre que “Los
generales de los Estados Unidos que están dirigiendo la guerra en Irak
presentaron un nuevo análisis de la situación militar en
comentarios públicos y testimonios jurados: Los 149.000 soldados en Irak
son cada vez más, parte del problema.”
Durante un viaje a
Washington, “los generales dijeron que la presencia de las fuerzas
estadounidenses estaban inflamando a la insurgencia, provocando una dependencia
indeseable en las tropas americanas” y “estimulando” las
fuerzas anti-EEUU, las cuales estos han llamado “terroristas a
través de todo el Medio Oriente.”
Bush y el Secretario de
Defensa Donald Rumsfeld han rehusado considerar una reducción de tropas.
Bush ha repetido muchas veces en sus discursos y conferencias de prensa, que los
Estados Unidos “concluirán” cuando las fuerzas
iraquíes puedan actuar por sí solas. Como defensa de su
política, él ha estado promoviendo la idea de que las fuerzas
iraquíes están entrenándose mucho mejor para entrar en
batalla. La posición de Bush y Rumsfeld es que las tropas estadounidenses
se retirarán cuando ganen.
Escisión con Bush es
pública
Pero se evidenció una escisión respecto a
los dos asuntos durante las audiencias del 29 de septiembre del Comité de
Servicios Armados del Senado. El General John Abizaid, jefe del Comando Central
a cargo de todas las fuerzas en el Golfo Pérsico y el General George
Casey, jefe de las fuerzas estadounidenses, testificaron que el número de
los llamados batallones iraquíes de “nivel uno, el nivel más
alto preparado para batallas”, ha bajado de tres a uno, desde junio,
sólo un batallón por cada 110.
Además, Casey
testificó que se requería una reducción de las tropas
estadounidenses, “para quitar uno de los elementos que alimenta a la
insurgencia, las fuerzas de la coalición como fuerza de
ocupación.” Estos sentimientos fueron repetidos por
Abizaid.
El periódico The Wall Street Journal publicó el 5
de Octubre un extenso análisis de la visión del comando militar,
citando similares sentimientos entre los altos comandos estadounidenses en Irak.
Tomando nota de que Abizaid “habla muy bien el idioma árabe,”
el diario reportó que él dijo al Congreso que “debemos
reducir nuestras huella militares” en la región.
La crisis
queda expuesta a través de las palabras de un general que quiere
más tropas. “Un general de la Marina,” escribió el
periódico Wall Street Journal, ‘hablando en privado, compara su
pedido a la hazaña del pequeño niño Holandés, quien
trata de sellar los agujeros en las paredes de una represa.’ Cuando
él mueve a los Marinos a una ciudad de la provincia al Anbar vé
que los militantes se retiran y se refugian en otras áreas de la
provincia donde hay menos presencia estadounidense.”
En otras
palabras, los comandantes estadounidenses le están diciendo a Bush
abiertamente que han sido enviados a cumplir una Misión
Imposible—la de subyugar al pueblo iraquí y forzarles de nuevo a
una relación colonial.
Los generales han gastado casi $300 mil
millones de dólares. Han llevado a cabo despiadadas ofensivas, aniquilado
a más de 100.000 iraquíes, destruido ciudades, pueblos y villas
además de encarcelar a decenas de miles de iraquíes. Y el
resultado ha sido la ampliación y profundización de la
resistencia.
En el transcurso de esta sangrienta ocupación, casi
2.000 soldados han perecido y 15.000 más han sufrido heridas,
según las estadísticas oficiales. La resistencia ha forzado a los
ocupantes a aceptar abiertamente lo obvio—que la ocupación es el
problema, uno que no tiene solución para el imperialismo estadounidense.
Por eso ahora una sección del alto comando está buscando una
salida.
Bush responde a los generales
Bush respondió a
sus comandantes durante una larga alocución el 6 de octubre ante la
Dotación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en
inglés), una organización creada por el Congreso que sirve de
frente a la CIA. En su discurso, que se puede adquirir en el portal
electrónico de la Casa Blanca, él declaró que la guerra en
Irak es central a su “guerra contra el terrorismo.” Él
declaró que “ni concesión, ni chantaje, ni ningún
acto de apaciguamiento, será aceptable. “Nosotros nunca daremos
paso atrás, nunca nos daremos por vencidos y nunca aceptaremos nada menos
que una victoria completa,” concluyó.
El discurso enfatizaba
con retórica viciosa y racista, un imaginario “imperio radical
islámico que se extiendo desde España hasta Indonesia.” Esto
fue presentado por la Casa Blanca como una declaración importante de los
planes políticos.
Las declaraciones “sugirieron un renovado
esfuerzo de la administración para recuperarse frente a las
críticas recibidas por la manera en que manejó la situación
producida por el Huracán Katrina, y también con la
intención de responder al movimiento contra la guerra... En su discurso,
Bush pareció responder a recientes declaraciones de comandantes en Irak,
incluyendo la de dos generales que dijeron a los congresistas la semana pasada
que la presencia de las tropas estadounidenses estaban ensañando la
insurgencia en Irak...” (Los Angeles Times, Oct. 7)
Cuando dos
generales del alto comando a cargo de la ocupación/guerra en Irak
desafían abiertamente a Bush y a Rumsfeld, sin duda alguna refleja una
gran desilusión entre grandes sectores de la clase dominante. Todos los
estrategas de la política de Bush están con sus dedos cruzados
esperando que el voto del 15 de octubre sobre la constitución para Irak,
diseñada por los Estados Unidos, les dé un impulso.
El
‘federalismo’ significa dividir para conquistar
Ellos han
recurrido a elaborar una supuesta constitución “federalista”.
Esperan sustituir su falta de capacidad de derrotar la resistencia, con una
política de dividir para conquistar. Pretenden utilizar agrupaciones
títeres en la clase dominante de Irak para dividir al pueblo
iraquí entre si. Prometen el botín del tesoro petrolero y
territorios a facciones distintas de sus clientes iraquíes falsamente
denominados “chiítas”, o “kurdos” o
“suníes”.
Sin embargo, estos colaboracionistas, que
quieren subir al poder bajo las armas de la ocupación, no deben ser
confundidos con el pueblo iraquí o de cualquier sector nacional o
religioso.
Es por esto que toda persona capaz de reconocer la
situación verdadera, que entiende la diferencia entre las facciones que
negocian con las fuerzas de ocupación en la Zona Verde y las masas en la
resistencia, desde al Anbar hasta Bagdad y Basra, sabe que la
constitución no resolverá nada para Washington.
Ciertamente,
los comandantes militares no esperaron hasta el voto constitucional para hacer
su pronóstico negativo. Nadie cree, con la posible excepción de
Bush, Cheney y Rumsfeld, que la situación de la fuerzas de
ocupación colonial de los EEUU va a mejorar como resultado del voto
constitucional. Como han dicho los comandantes militares, es la misma
ocupación la que alimenta la resistencia.
La desilusión
de la clase dominante
Zbigniew Brzezinski, un estratega reaccionario y
anticomunista del imperialismo estadounidense que fue consejero de seguridad
nacional del Presidente Jimmy Carter, expresó públicamente lo que
muchos en el establecimiento político de la clase dominante deben estar
empe zando a pensar.
En una acerba columna titulada “Debacle
estadounidense”, Brzezinski escribió lo siguiente sobre la aventura
en Irak:
“Esa guerra, apoyada por un pequeño círculo
de tomadores de decisión cuyos motivos no están completamente
expuestos todavía, propagada públicamente por una retórica
basada en aseveraciones falsas, ha resultado ser mucho más costosa en
sangre y dinero que lo anticipado. Ha precipitado la crítica
internacional. En el Medio Oriente ha marcado a los Estados Unidos como el
sucesor de Bretaña y como un asociado de Israël para la
represión militar de los árabes . . . Esa percepción
está diseminada por el mundo islámico.” (Los Angeles Times,
9 de oct.)
Esto fue escrito por un proponente de la Guerra Fría
quien en 1979 originó la guerra contrarrevolucionaria en
Afganistán, la operación más grande en la historia de la
CIA, y quien financió muchas de las fuerzas fundamentalistas que ahora se
han vueltas oponentes de Washington.
Esta especie de angustia de la clase
dominante sobre el debacle en Irak y la consternación creciente sobre la
ineptitud y la desorganización de la administración de Bush
durante la crisis del Huracán Katrina, explica mucho el porqué
Bush está siendo fuertemente criticado por todos lados.
Ayuda a
explicar el porqué el consejero de Bush, Karl Rove, está llamado a
testificar de nuevo ante el gran jurado; porqué Tom DeLay, el aliado
derechista más fuerte de Bush en la Cámara de Representantes tiene
una doble acusa ción; porqué el ex-jefe de adquisición de
Bush en el Ministerio de Control y Presupuesto, David Safavian, fue arres tado
con cargos de falsificar información sobre un negocio deshonesto de
tierras.
Explica por qué el Senado votó abrumadoramente para
desafiar a Bush y pasar una ley auspiciada por su rival Republicano, Sen. John
McCain, que prohíbe la tortura en las cárceles militares
estadounidenses. Bush ha amenazado con vetar esta ley. Explica el porqué
su candidata a la Corte Suprema, Harriet Miers, quien ha sido su asistente
personal, ha sido atacada por todos lados.
Por una variedad de motivos, la
presidencia de Bush está siendo desacreditada.
Pero estos
conflictos están dentro del grupo de la clase dominante y sus
representantes. Los grupos y facciones contendientes son todos parte del estable
cimiento imperialista. Ni Bush, ni McCain, ni ningún político
principal del Partido Democrático ha pedido que salgan las tropas
estadounidenses de Irak ya.
A pesar de todo su disgusto por el fallido
esfuerzo de guerra, todos ellos están tratando de encontrar alguna manera
de salvar la situación a beneficio del imperialismo estadounidense. El
hecho es que ninguno de ellos tiene una propuesta viable que pueda sacar de
apuros al Pentágono.
Pero el movimiento contra la guerra no tiene
ningún interés en tratar de salvar la situación para el
imperialismo estadounidense. No tiene interés en formular un
“horario” para la reducción o la salida de tropas o de buscar
cualquier otra fórmula para salvar la reputación del imperialismo
estadounidense.
En el espíritu de solidaridad internacional con el
pueblo iraquí que está luchan do por la autodeterminación e
independencia nacional, la demanda debe ser la salida inmediata e incondicional
de todas las tropas estadounidenses. Cual quier problema interno que exista en
Irak sólo puede ser solucionado por los iraquíes mismos.
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